Javier Vargas y sus amigos se van a Málaga porque la Motorada «siempre es lo mismo». :: J. C. CORCHADO
Jerez

«Si puedo me voy, la ciudad se prostituye estos días»

Algunos no disfrutan del ambiente que se genera en Jerez con la aparición de las motos, y aprovechan para viajar fuera

JEREZ. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Todo tiene su edad. Y para Gonzalo Rodríguez en su caso ya ha pasado esa etapa en la que «disfrutaba del follón, el jaleo y la fiesta que supone el mundial de motos». «Ya no me atrae, tienes amigos con críos que no pueden salir estos días, y ya no encuentro mi ambiente», comenta este joven arquitecto. Ahora la llegada de los miles de moteros y el rugido de las dos ruedas «se convierte en un fastidio, algo bastante antipático».

Por ese motivo, el viernes cogió la maleta y se marchó a Toledo para asistir a una boda y, además, para poner tierra de por medio con el GP de España y los miles de visitantes a los que reconoce que «vienen con buen ambiente, no para crear problemas, pero es inevitable que cuando se reúne tanta gente sea un poco caótico».

En su caso, los sentimientos encontrados con la motorada tienen, además de mucho de hartazgo, algún componente más trágico. «Una prima mía falleció hace unos años en El Puerto durante el mundial, cuando se iba a montar en el coche, y ante una cosa así te sensibilizas más», apunta.

Pero va más allá, y se queja de que «con la situación económica tan mala de Jerez la llegada de los moteros es como una tabla de salvación, y para ello la ciudad se prostituye y se vuelve permisiva por mucho que intenten controlar». «El resto del año nos tienen fritos con cualquier historia, y ahora todo vale», recalca Gonzalo, que tampoco tiene muy claro que «este evento repercuta económicamente en el ciudadano medio o en las empresas de la ciudad más allá de la caja que hacen los negocios estos días».

También ha aprovechado estos días para viajar Javier Vargas, que ha fijado una despedida de soltero con sus amigos en Málaga precisamente este fin de semana para huir de tanta locura y porque «mi novia trabaja en la hostelería y no voy a poder verla ni un momento estos días, así que aprovechamos para esto que teníamos pendiente».

Javier sí cree que la motorada es un recurso económico importante para la ciudad, pero pese a que los negocios se quejaron cree que el cierre parcial del centro a las motos «era bueno para los ciudadanos».

Este joven cree que cada año que pasa el ambiente está decayendo, y la prueba está en él mismo. «Me gustan las motos, soy aficionado, pero disfruto con lo que se monta aquí, sobre todo porque siempre es lo mismo y ya ni siquiera se esfuerzan en traer buenos conciertos».