Con Luis El Zambo, Diego Carrasco y Moraito en una imagen para el recuerdo. :: IMÁGENES CEDIDAS
Jerez

Una saga de cantaores y artistas

Sus antepasados proceden de Lebrija, pero hace tres generaciones se mudaron a Jerez

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Los antepasados de esta familia de artistas jerezanos proceden de Lebrija, desde donde, hace tres generaciones cambiaron su residencia a nuestra ciudad. Siendo Curro Vargas Montoya el primer miembro de esta familia del que tenemos noticia. De gran simpatía y gracia natural, Curro Vargas era tío carnal de Ignacio Soto, nuestro recordado empedrador, gitano de buen porte, nobles y elegantes maneras. Pasamos pues, de la aristocrática familia Morenés, a la sencilla y en otros aspectos no menos interesante familia: de la Morena, quienes han dado varios artistas a nuestra ciudad representándola en numerosos escenarios de España y de Europa.

El tronco matriz, de donde proviene la rama que hoy queremos significar, lo forma el abuelo paterno, Fernando Carrasco Vega, quien es natural de Jerez y la abuela materna Luisa Jiménez Vargas, ciudadana de Arcos de la Frontera. Cada uno por su lado, estos patriarcas contrajeron matrimonio, siendo fruto de sus respectivas familias: Juan Carrasco Vargas y Manuela Vargas Romero; la que por su belleza y el acentuado color moreno de su piel fue apodada conocida como: «La Morena». Tal es así, que al casarse, sus descendientes, Fernando y Curro y ahora sus nietos continúan llevando el apodo de su abuela, sobre todo, aquellos que destacan por sus cualidades artísticas.

Como decíamos, Manuela Vargas Romero «La Morena», se casa con Juan Carrasco Vargas en la década de los 40, de cuyo matrimonio nacen dos hijos, Fernando y Curro; ambos con acusadas cualidades artísticas. Juan Carrasco Vargas, tractorista de profesión, la mayor parte de su vida transcurre en la campiña jerezana, en los cortijos y viñas de la familia Domecq, especialmente con el Marqués de Domecq en el cortijo de Espartinas, como también con su hermano Fernando Domecq Rivero, así como con otros agricultores y ganaderos, ya que el Marqués tenía una flota de tractores que alquilaba con tractorista incluido y cuyas peonadas se llamaban: a maquila. Su esposa, «La Morena» colaboraba a los ingresos del hogar trabajando también en el campo, cosa que había hecho desde niña, como otras muchas gitanas de Santiago, en las diferentes cosechas de garbanzos, aceitunas, trigo, maíz, vendimias... y que, como su marido, también llevaba a cabo en los diferentes cortijos y viñas de Jerez como fuera el de Espartinas, el de Charpa, el Bujón, o en el de Romanitos del Conde de Puertohermoso y en el cortijo de Crespellina, donde era conocida como una destacada semillera, dado su celo en el trabajo. Ni que decir tiene, que mientras que La Morena estaba en un cortijo de Jerez, su marido podía encontrarse en otro cercano a Medina Sidonia, por lo que los niños iban por delante, pasando con su madre La Morena largas temporadas en el campo, criándose tanto Fernando como Curro en las besanas y gañanías de la campiña. La Morena era descendiente de la conocida familia de los Cola, que compuesta por cinco varones y dos hembras, hijos y nietos, sumaban alrededor de cincuenta miembros, los que en su totalidad vivían en dicha casa de vecinos; a la que regresaban una vez terminaba la campaña en el campo.

Casas de vecinos

En aquellas antiguas casas de vecinos, donde a excepción de un cuarto y una cocinita por familia, el resto, todo se compartía, viviéndose entonces a un patio común al que confluían la mayoría de las puertas y ventanas, por lo que, tras la temporada de recolección la casa era un bullir de gente entrando y saliendo o haciendo las faenas del hogar, los niños jugando... Durante este periodo de descanso laboral las mujeres solían dedicarse a coser; compraban piezas de tela de satén con las que confeccionaban pantalones y camisas para los varones y faldas y enaguas para ellas.

Los patriarcas de esta familia eran personas de aguzado ingenio y sabiduría natural, sobre todo en lo concerniente al campo y a las labores agrícolas; esto era, debido a su nacencia y vivencias en el campo desde hacía varias generaciones. No era raro por ello, que estos viejos gitanos, capataces y manijeros fueran con frecuencia consultados por los señores para saber qué tipo de cultivo convendría sembrar ese año. A lo que los gitanos viejos respondían con acierto, debido a sus muchos años de experiencia, así como la atención que prestaban a las cabañuelas, los meses de agua o de sequía que precedían a las labranzas... Tal era el caso del tío Fernando «Cola», manijero del cortijo de Espartinas propiedad del Marqués de Domecq.

Debido a la gran cantidad de jornaleros que demandaba el campo por entonces, la mayoría de las familias gitanas de Santiago vivían en los cortijos, criaban a sus hijos... cosa que hacían en las gañanías; que eran unas grandes estancias, en cuyo centro solía estar la campana de una hermosa chimenea, cuyo fuego era permanente para mantener caliente el lugar, ya que entorno al fogarín se hacía la vida al regresar de echar la peonada en el campo, como también se extendían los colchones por la noche. Ni que decir tiene, que tras la cena, se cantaba y se bailaba, que era una forma de atenuar el cansancio y las fatigas pasadas durante el día, así como la de olvidar las penas. La alegría se consumaba cuando nacía un niño, se hacían unos dichos o se celebraba una boda o cuando en los tiempos de las misiones venían los misioneros a dar el catecismo y a explicar la palabra de Dios; para entonces el señorito regalaba dos o tres ovejas y vino familiar de las bodegas Domecq. En estas ocasiones, las fiestas solían durar uno o dos días. Ésta es la historia que vivió y que nos cuenta el personaje que esta semana queremos destacar y que como descendiente de la familia de los «Cola» es artísticamente conocido por Fernando el de La Morena.

Fernando Carrasco Vargas; nació en la calle Cantarería 10, el 7 de abril de 1945. A edad temprana ingresó en el Colegio Carmen Benítez del Barrio de Santiago, donde estudió los cursos de primaria; de donde salió para ayudar a sus padres en las labores del campo, por lo que fue gañan desde jovencito. Un día, tras llevar a cabo en un camión, una ingeniosa carga de balas de algodón, el chofer que estaba ausente, le preguntó a su regreso «Tú has hecho esto?». Al afirmárselo, el camionero le dijo: «¿Te quieres venir conmigo de ayudante?» Y con el consentimiento de su padre, se montó en el camión.

Al poco tiempo sacó el permiso de conducir, recorriendo con el camión un buen número de provincias andaluzas; llevando cemento en la época del boom de la construcción en la Costa del Sol. Tras hacer el servicio militar en Jerez, en Artillería 74, en el cuartel de la calle Tardix de su Barrio de Santiago, se licenció dedicando su vida al transporte público y comercial. Pero Fernando Carrasco Vargas nunca se olvidó de su nacencia y de sus raíces y, aunque su actividad laboral era el transporte, siempre llevó en la pulpa de su sangre el arte flamenco que sintiera desde que estaba en el vientre de su madre La Morena y más tarde, en su regazo y durante las miles de fiestas que vivió en su casa del Barrio de Santiago.

Dada sus condiciones de voz, su excelente rajo y compás; Fernando destacó desde muy joven en las fiestas que se organizaban en el barrio: verbenas, dichos, bautizos y bodas, donde era requerido por todos, especialmente por las mocitas para que les cantara para bailar, ya que con su «aire» la fiesta estaba asegurada. Éste fue sucedido por una segunda etapa en la que nuestro personaje escuchó a los muchos buenos cantaores y artistas flamencos que por entonces había en Jerez: Terremoto, La Paquera, El Sernita, El Sordera, Tío Borrico, El Troncho, El Batato... Este universo cantaor le sirvió para lanzarse a la vida artística profesional, siendo contratado por Juan Peña «El Lebrijano», con el que estuvo tres años de gira, actuando y haciendo galas en diferentes ciudades de España; alternando con artistas tan importantes como: El Mimbre o la Berlanga o la Orquesta Andalusí de Tánger. Tras este intenso periodo, se hizo cantaor de «a'lante», trabajando y haciendo numerosos festivales flamencos en España y el extranjero, actuaciones en Peñas y teatros, tales han sido: La de la Platería en Granada, en Córdoba, Motril, en el teatro de Bellas Artes de Madrid, en Barcelona, Sabadell, en los Nuevos Barrios y en diferentes ciudades de Francia: Nimes, Mont de Morsan, Lilly, Paris. En Holanda: en Ámsterdam, Rotterdam, Utrecht. También con el gran guitarrista Paco Cepero con el que hizo una tournée por Alemania: Berlín, Múnich, Dusseldorf y en Bélgica: Amberes, desde donde regresa a Jerez para hacer los Festivales de Verano, actuando en la mayoría de ellos: Zamora, Madrid, Lebrija, Chiclana, Cádiz y en Jerez en la Fiesta de la Bulería. Participa en la Semana Flamenca de Madrid, en la Cumbre Flamenca en el Metro de Madrid, Festival de Alcobendas, Sala Juglar, Casa Patas. Siendo uno de los componentes del espectáculo El Flamenco y el son Cubano con el que hizo varias galas.

Fernando de La Morena ha recibido el Primer Premio de Saetas en la calle, concurso que organiza la decana Peña Flamenca de los Cernícalos; así como distinguido con diferentes diplomas, insignias y reconocimientos por parte de las Peñas y Asociaciones Flamencas: Peña Tío José de Paula, La Perla de Cádiz... Obra en su haber artístico 3 CDs en solitario: De Santiago a Triana, Jerez de La Morena, En Cá de Fernando de La Morena; teniendo también la satisfacción de haber sido elegido por Paco de Lucía para grabar el himno andaluz.

Asimismo participó en la película 'Flamenco' de Antonio Saura y en la colección Así Canta Nuestra Tierra por Navidad, colaborando en el disco Tierra con Juan Peña El Lebrijano. En la actualidad es requerido por las primeras peñas flamencas de España y viaja con frecuencia a diferentes ciudades de Europa. En abril tiene concertada una actuación en Santander. Fernando de La Morena es padre de cuatro hijos: Pilar, Carmen, Juan y Fernando. Ni que decir tiene que todos ellos han heredado la personalidad y el compás de su padre, especialmente Juan de La Morena, que ya destaca por su talento y Fernando, que poco a poco se va consolidando como el buen guitarrista que con el tiempo llegará a ser.