Chiclana

Una clase política con poca clase

La enésima ruptura en el PA y el espectáculo del último Pleno disparan la crispación y la mala imagen de los concejales

CHICLANA Actualizado: Guardar
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Alguien debería poner fin al bochornoso espectáculo que está brindando a la ciudadanía la clase política de Chiclana en los últimos años. En una ciudad en la que más de la mitad de la población con derecho a voto no lo ejerce el alejamiento entre los cargos electos y la ciudadanía es más que evidente. En los últimas semanas parecía que la tensión política entre las dos formaciones mayoritarias, PSOE y PP, se había calmado tras un verano de tiras y aflojas en temas urbanísticos y económicos, con reproches sobre gastos sin consignar, comidas copiosas sin justificación o viviendas ilegales.

Sin embargo el cotarro lo animan ahora otras formaciones minoritarias, que incluso teniendo representación en el Ayuntamiento, no zanjan sus disputas internas. La gota que ha colmado el vaso ha sido la enésima ruptura del Partido Andalucista -llevan tres secretarios locales desde las últimas elecciones municipales-, que ha forzado la salida del partido de la concejal Estefanía Benítez. La edil se ha deshecho en elogios para su compañero de partido, que ya fuera integrante del PSOE y candidato en 2003 por el PSA, Manuel Guerrero, a quien muchos consideran culpable de la situación política que vive Chiclana.

Pero como la crispación no entiende de bandos, en otras formaciones tampoco se libran de ella. Histórico es el enfrentamiento que mantiene el ex edil de Urbanismo, José Pedro Butrón, con la dirección provincial y regional de IU, formación a la que pertenece y que ya intentó expulsarlo sin éxito. Al final Butrón y su compañero José Antonio Blanco han vuelto al redil y, por orden judicial, recuperaron hace un par de meses la portavocía y la «plena pertenencia y condición de militantes de IU».

Encuestas PSOE-PP

Mientras, PSOE y PP vuelven a tirarse los trastos a la cabeza. Los populares guardan fuerzas para el último año y medio de legislatura y pretenden conservar «intacto» a Ernesto Marín para presentarlo como candidato salvo sorpresa mayúscula que únicamente podría protagonizar una mujer, y que en algunas quinielas ocupa la parlamentaria Teresa Ruiz-Sillero.

Los socialistas por su parte siguen deshojando la margarita de si el actual alcalde de Chiclana, José María Román será o no cabeza de lista mientras tratan de encontrar una alternativa de consenso. En su favor está el haber aguantado 17 meses en la oposición. En el debe, la falta talante que muchos le achacan y el último precedente en las urnas, cuando perdió la mayoría absoluta. De momento, y para añadir más morbo a la situación, varias encuestas que circulan por los despachos de los principales grupos hablan de resultados muy dispares de presentarse o no como candidatos tanto Román como Marín en uno y otro partido.

Además, también esperan su oportunidad en las urnas otras formaciones independientes con escasas posibilidades electorales. Las más consolidadas son DIPA (Defensa de Intereses por el Pueblo Andaluz), de José Luis Velázquez, y el PAUTE (Partido de Autónomos), que ha tenido gran presencia mediática en las últimas semanas por organizar la movilización contra el catastrazo.

En los últimos días ha vuelto a subir de tono entre los políticos el intercambio de reproches, acusaciones e incluso insultos. Tras llamar «mentirosos» a la dirección del partido, e insinuar que el PA cobra la cuota de militante a quien le conviene, Estefanía Benítez ha recuperado artimañas dialécticas olvidadas, como aquel «pacto por la pasta» que el PSOE utilizaba antes de recuperar la alcaldía para referirse al cuatripartito. En el último Pleno la expresión «derecha casposa» fue utilizada por una edil socialista, lo que sirvió de excusa al PP para abandonar la sesión y provocó la protesta enérgica de quienes también se han referido en términos similares a sus rivales más de una vez.