VISITAS. Ir a los stands conocidos, o llegar a los nuevos como México.
Jerez

Una vuelta al mundo sorbo a sorbo

Un día en Vinoble oferta catas, nuevos vinos y países que descubrir, gastronomía e incluso espacios para el descanso

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En el microcosmos de Vinoble es fácil viajar por el mundo a golpe de copa y de sorbos de los mejores caldos generosos, licorosos o dulces especiales que se producen en cualquier confín de los cinco continentes. Ayer, al filo del mediodía, los asistentes ya deambulaban por los patios y por las distintas plantas del Palacio eligiendo el primer lugar en el que recalar, mientras otros trataban de encontrar un sitio en las solicitadísimas catas comentadas de la Mezquita que trufan el programa de texturas y de información.

Sólo con cambiar de expositor uno descubre nuevas geografías, costumbres y tradiciones que hacen diferente cada tipo de vino del millar que se pueden disfrutar en Vinoble.

Algunos de los visitantes veteranos encuentran placer en volver a encontrarse con los viejos conocidos. Y, sin duda, los tokay húngaros son de los que mejor recuerdo dejan edición tras edición, porque cuando apenas pasaba una hora de la inauguración -y mientras en otros espacios las cajas de vinos aún estaban sin desembalar- los grupos ya se arremolinaban en su stand para hablar de puttonyos (la medida para estos caldos) con los responsables de Oremus y el resto de expositores.

Otros apuestan por la novedad, por dirigir sus pasos a los novatos en el Salón de los Vinos Nobles, que este año también se reparten entre el Viejo y el Nuevo Mundo. México, en la segunda planta del Palacio de Villavicencio, fue una de las paradas predilectas ayer. Allí esperan unos caldos exquisitos, de diferentes variedades y cultivados en la Baja California. El moscatel no tiene desperdicio.

A los nuevos la oferta puede parecerles inabarcable, porque hay mucho que probar y de lo que tomar nota. Eso sí, cuatro días dan para mucho, y la mayoría selecciona cuidadosamente y se va con los deberes hechos.

Para endulzar la espera y asentar los estómagos, este año las delicias cocinadas por la Escuela de Hostelería podrán degustarse en todos y cada uno de los stands del Alcázar. Y por las tardes, la novedad de este año: las Armonías Sublimes que ayer homenajearon al invitado, Grecia, con platos típicos de esa tierra cocinados por la escuela jerezana. Hoy, otro lujo: tokays con alta cocina china.

Y en las horas muertas, o simplemente para tomar un respiro, no dejen de pasar por la zona de descanso del Pabellón Real.