PRECAUCIÓN. Vecinos de El Carmen mantienen las tablas / A. M.
Chiclana

Los vecinos de El Pilar y El Torno protegen sus viviendas ante el riesgo de inundaciones

Los residentes en estas barriadas guardan tablas y yesos tras las puertas de sus casas para evitar que el agua entre hasta las habitaciones

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Debido a las características físicas de la ciudad, compuesta por zonas bajas y marismas, diversos barrios del municipio son propensos a sufrir inundaciones cuando la lluvia viene sin avisar. Los vecinos de El Pilar, el Campo de Fútbol, El Torno o Las Albinas, entre otros, viven con la tabla y el yeso tras la puerta, para paliar, en la medida de lo posible, los efectos del agua.

La última vez que la lluvia produjo estragos fue a finales de agosto y, desde ese momento, existen vecinos en el Campo de Fútbol que no han quitado la tabla de la puerta, como medida de protección. Luis García, vecino de las casas bajas de la barriada, es experto en riadas y ha vivido todas desde que se trasladó a su vivienda en los años sesenta. «Hacía tiempo que no nos entraba el agua, pero tras la construcción de los nuevos bloques, nos hemos quedado en un boquete», dice García, quien comenta que las autoridades visitaron la zona después de la tromba para tomar nota e introducir mejoras. «Llover tiene que llover, pero que lo haga con moderación, porque estamos siempre asustados», puntualiza su mujer.

Sobre marismas

Otras de las zonas afectadas es El Torno, polígono industrial construido sobre antiguas marismas. Allí tiene su negocio Manuel Jesús de Alba y una de sus preocupaciones diarias es estar informado del tiempo. Con la borrasca de agosto perdió 45.000 euros en golosinas y el agua sobrepasó el medio metro de altura. «El problema es difícil de solucionar, ya que han construido estas naves muy bajas», explica De Alba, añadiendo que están pensando subir ellos mismos el suelo del inmueble para no volver a vivir esa mala experiencia. «Estuvimos dos días quitando lodo», concluye.

En los pisos de El Pilar, uno de los barrios más antiguos en Chiclana, habitan 118 vecinos. Cuando las viviendas se hicieron en los años cincuenta, el barrio estaba por encima de la antigua carretera Cádiz-Málaga (actual Avenida Reyes Católicos), y ahora se encuentran casi un metro por debajo de ella. «Nuestro problema ya no es el río, sino que recibimos todas las aguas de Fuente Amarga», explica Rosalía Aragón, una de las propietarias más señeras del vecindario. Aragón cuenta que en tiempos pasados tuvieron que desalojar la casa hasta en diez ocasiones en un mes.

Joaquina Sánchez, también del El Pilar, argumenta que el problema se ha agravado cuando han bajado el muro que comunica la urbanización con la calle paralela a la Cuesta del Matadero. Éste contenía las aguas procedentes de las zonas altas. Según los vecinos, ya han comunicado esta incidencia al Consistorio.

Además de estas áreas, existen otras calles que padecen también problemas de inundaciones, como la adyacente a Delicias. Esta vía carece de alcantarillado público y en ella habían prometido hacer un parque, según los propietarios. En agosto, cuatro viviendas se vieron afectadas por la avenida de agua.

Mientras, los vecinos barajan posibles soluciones. Luis García, del Campo de Fútbol, dice que hay que tener previsto un dispositivo de urgencia para conectar las bombas pronto. Joaquina Sánchez, de El Pilar, es más tajante, pues piensa que deberían demoler la barriada y construirla de nuevo.

Cabe destacar que estas inundaciones no son producidas por el desbordamiento del río. Esta circunstancia no se da desde 1996, la última vez que Chiclana vivió con temor la crecida del Iro. Ahora está prevista la construcción de una presa de contención, que aguantaría las aguas procedentes de Medina Sidonia.

chiclana@lavozdigital.es