Psicología

La palabra que te hace daño sin que te des cuenta

Las autoimposiciones, sustentadas en los «deberías» que nos decimos todos los días, nos impiden crecer

Diciéndonos «debería» nos castigamos sin darnos cuenta Fotolia

María Alcaraz

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Tras una jornada laboral interminable y agotadora, llegas a casa y caes rendido en el sillón. Te pones a ver la televisión, o a mirar sin mucha gana el móvil. Tras un par de horas llega un sentimiento de culpa. «Debería haber ido al gimnasio» o «Debería haberme puesto a planchar» son frases que pasan por tu mente. Te sientes culpable por no haberlo hecho, porque no has cumplido una obligación.

Pero... ¿y quién ha decidido que tenías que hacerlo? Has sido tú mismo, autoimponiéndote lo que «deberías» hacer.

«Aquello que se tiene la obligación de hacer», es lo que reza la RAE cuando se busca la palabra «deber» en el diccionario. Una obligación que nosotros mismos decidimos, y que muchas veces lo único que nos hace es daño. «Es absurdo porque nos estamos castigando sin darnos cuenta », explica el psicólogo Leocadio Martín, autor del libro «La felicidad: qué ayuda y qué no».

«La palabra "debería" engloba muchos problemas. Es una palabra que habla del futuro y del pasado , y a la vez es quizás la palabra que más nos saca del presente», apunta el psicólogo.

Identificar lo inútil

Dentro de su libro, el profesional habla de que existen tres «espacios emocionales»: lo inútil, lo instrumental y lo importante. Los «deberías» entrarían dentro del primer grupo y, tal como explica Martín, « no nos aportan nada , y sin embargo, parecen tener un embrujo sobre nosotros que nos roba tiempo y ánimo». Nace, por ello, un sentimiento de culpabilidad que solo se sustenta en nuestras propias autoimposiciones, unas obligaciones casi siempre vacías y sin fundamento.

Cuando hacemos uso de todo «lo inútil», en este caso esos «deberías» que nos decimos todos los días, lo que hacemos es fomentar un estado «de ansiedad y depresión y crear un fenómeno cuasiadictivo en el que, a pesar de que disfrutar de lo que se hace, se es incapaz de dejarlo», argumenta el psicólogo en el libro.

Conocernos

¿Y qué podemos hacer para evitar estas autoimposiciones? Leocadio Martín da dos claves: en primer lugar, explica que «hay que quererse mucho, desde que somos pequeños», y apela también a los padres y a que nunca amenacen a sus hijos con «no quererlos» como castigo; por otro lado, dice que un buen ejercicio a practicar es «mirarse a través de los ojos de las personas que nos quieren». «Es algo que nos sorprende, una buena manera de conocernos a nosotros mismos», comenta Leocadio Martín, y concluye: «Al final todo va de aceptarnos a nosotros mismos, de conocernos, dejar de intentar encajar en un molde».

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