Vivir con VIH: «Si me das a elegir, prefiero tener el VIH a ser diabético»

Jesús García Carrillo es presidente de Adhara Sevilla y convive con el virus desde 2008, cuando supo que se lo habían transmitido

Jesús García Carrillo junto a la máquina de análisis de ITS de Adhara Checkpoint Sevilla J. J. Úbeda

M. Moguer

Su relación con el VIH es anterior a convivir con el virus, ¿no?

Sí. Cuando aparece el VIH en el año 82 yo tenía 12 años y había un terror tremendo. Con 20 años desarrollé una neurosis con el VIH brutal. Hasta los 36 años necesité ayuda psicológica por el miedo. Y eso no ha impedido que lo coja. Lo hubiera impedido mejor información.

¿No tenía información?

Había pero no completa. Te dicen que uses preservativo y que es la solución a todo y lo usaba, pero no para el sexo oral. Yo cogí VIH por interpretar mal la información que había. Lo cogí durante una relación con sexo oral. Me acababan de sacar varias muelas del juicio y tenía heridas abiertas en la boca. El sexo oral es una fuente de transmisión de muchas Infecciones de Transmisión Sexual (ITS).

¿Cómo supo que algo iba mal?

Con 36 años empezaron a salirme manchas por todo el cuerpo. Y me subía la fiebre por la tarde. Así durante meses. Hasta cinco veces fui a mi médico de cabecera, pero no me hacían las pruebas, y yo sabía que tenía el VIH.

¿Cuándo conoció su estado?

Acabé en el Virgen del Rocío con un sida avanzado. Que no hay que confundir tener VIH, una infección vírica crónica gracias a la medicación, con el sida, que sí es una enfermedad que puede ser mortal.

¿Ahí le contaron que tenía VIH?

Sí, y lo hicieron fatal. Fatal. Cinco personas para darme el positivo delante de mi madre, una señora de 70 años.

¿Cómo se da bien un positivo?

Tan fácil como enseñarle la prueba a la persona y decirle que es positiva. Y dejarle llorar si quiere. Es un duelo que hay que pasar. Con el tiempo ves que el diagnóstico no es una mala noticia, es buena.

¿Buena?

Claro. A una persona diagnosticada le hemos librado de tener un sida. Entra en el sistema sanitario, tiene su tratamiento. Cada positivo es un triunfo. Una persona que no va a transmitir y va a tener la misma calidad de vida que la de otro sin VIH.

Y una persona con VIH, ¿vive igual que una que no lo tiene?

Claro. Con el tratamiento, que es una sola pastilla al día por ahora, tiene la misma esperanza y calidad de vida. Si me das a elegir, prefiero tener VIH que ser diabético. Al diabético le dan comas y si no se pone la insulina le pueden dar un chungo. La diabetes es una enfermedad, el VIH es solo una infección crónica.

Desde su experiencia en Adhara y como persona con VIH, ¿Qué le daría a los jóvenes?

Que se hagan análisis. Cualquier persona que tiene vida sexual debe hacerse análisis. Es un tema de responsabilidad comunitaria. Tú estás con una pareja, pero esa persona puede tener otros encuentros después con otras personas. El no querer saber si tengo una infección puede poner en riesgo a otra gente.

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