Susana Dïaz, el pasado lunes en Madrid durante el comité federal del PSOE
Susana Dïaz, el pasado lunes en Madrid durante el comité federal del PSOE - EFE/CHEMA MOYA
Salto a la secretaría federal del PSOE

Susana Díaz, ante el dilema de Madrid

La presidenta valora sus apoyos internos en el PSOE y la gobernabilidad futura de la Junta

SEVILLA Actualizado: Guardar
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La presidenta de la Junta de Andalucía y secretaria general de la delegación socialista más numerosa y poderosa, Susana Díaz, termina el año como lo empezó, en las portadas de la actualidad política. Si en enero sorprendía con el anuncio de elecciones anticipadas en Andalucía, adelantada en advertir los vientos que traían los partidos emergentes y los votos que podía llevarse Podemos de la cesta socialista, estos días es protagonista destacada en el debate interno del partido socialista tras el 20-D.

Nadie duda de que el futuro del PSOE depende ahora de la decisión que adopte Susana Díaz en cuanto a forzar la celebración del congreso federal antes de lo que pretende la actual dirección y meterse en la pelea por la secretaría general.

Pero para ello la presidenta andaluza debe valorar antes los apoyos internos con los que cuenta y despejar dudas sobre la estabilidad futura del gobierno de la Junta.

Tras su regreso a Sevilla después de asistir el lunes al comité federal, los nervios eran evidentes ayer en el palacio de San Telmo, sede de la presidencia de la Junta de Andalucía. Díaz se dejó ver durante un encuentro con el presidente de la Cámara de Cuentas pero no hizo ningún tipo de valoración. En el PSOE andaluz hay tensión ante la trascendencia de las decisiones que tendrá que tomar la presidenta.

Díaz no dará un paso en falso y antes de abanderar la petición de celebración del congreso federal socialista mientras Pedro Sánchez procura pactos electorales para llegar a la Moncloa, asegurará sus apoyos y los daños colaterales que provoque en las siglas la disidencia con la actual dirección orgánica. La presidenta andaluza sabe que a partir de ahora es objetivo del fuego amigo, aunque en las luchas internas de partido es experta en salir indemne.

Su principal fortaleza para dar el paso es el partido en Andalucía, una piña en torno a la lideresa. Para afianzarlo al máximo ayer mismo el Consejo de Gobierno de la Junta recolocaba a exdiputados con peso histórico en el partido como es el caso de Javier Barrero, que será el presidente del Puerto de Huelva. En cuanto a apoyos externos, Díaz se asegurará antes de que ninguno de los barones regionales alineados ahora con su diagnóstico de pactos, líneas rojas y futuro del socialismo —a saber, Extremadura, Castilla-La Mancha, Valencia o Asturias— dará un paso atrás. Y el valenciano Ximo Puig ya dio ayer la primera sorpresa al asumir que estaría a favor de celebrar el congreso en primavera. Un aviso a Díaz, que aparentemente cuenta con otro apoyo de peso más allá de los barones regionales, el de Felipe González.

Si no hay más deserciones y cambios de bando y Díaz confirma su fortaleza para dirigir los acontecimientos y obligar a celebrar en febrero el congreso tendrá que plantearse si también dará el paso para proyectarse como nueva secretaria general del PSOE. Díaz sabe que Pedro Sánchez es producto de su propia decisión de no plantar batalla en Madrid en el último Congreso Federal. Tenía que asegurarse antes su poder orgánico y el respaldo de las urnas en Andalucía. Ahora puede presumir de ser de las pocas banderas socialistas en alto, tras tres procesos electorales en un año. No parece entonces que busque un tapado manejable. Tendrá que enfrentarse a Sánchez. Lo hará sin duda si éste desafía con pasar las líneas rojas marcadas por los barones en su intento de formar gobierno con Podemos, un escenario que Díaz ha rechazado consciente del desgaste que supone a las siglas y que pudo evitar en Andalucía gracias a un ajustado margen electoral que le permitió el pacto de investidura con Ciudadanos. En algunos sectores del PSOE andaluz se plantea no obstante si tanta presión sobre Pedro Sánchez no tendrá un efecto bumerán y obligará al secretario general a defenderse con la única salida segura, buscar lo antes posible socios que lo lleven a la Moncloa.

Si Díaz da el paso habrá buscado asegurarse la compatibilidad de la dirección del partido y la presidencia de la Junta, pero sabe que eso sólo será provisional. Antes de tomar ninguna decisión debe trazar la hoja de ruta de su sucesión en la secretaría general andaluza del PSOE y en la presidencia de la Junta para la que ya se hacen cábalas con nombres como la consejera de Hacienda María Jesús Montero.

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