Cuarto de baño de las víctimas en AlmonteM.R.FONT
SUCESOS

Restos de un varón desconocido y un pelo sin identificar complican la resolución del doble crimen de Almonte

El eco del «caso Wanninkof» resuena en esta investigación. El grupo que la lleva es el mismo del asesinato de la joven malagueña y de Marta del Castillo

HUELVA Actualizado: Guardar
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Ha pasado por más de una boca, como un murmullo que no se quiere dejar oír, desde que la primavera de 2013 se vistió de luto en Almonte por los brutales asesinatos de Miguel Ángel Domínguez y su hija María (ocho años). Sus cuerpos fueron encontrados en la jornada del 29 de abril de aquel año cosidos a puñaladas en el domicilio familiar —en el número 3 de la Avenida de los Reyes—, convertido en un mar de sangre.

Al mismo tiempo que la instructora cierra etapas y eleva el caso a la Audiencia Provincial de Huelva para dar trámite al tribunal del jurado, el runrún sobre la autoría de los crímenes —que se refleja también en las actuaciones—sigue el mismo recorrido, un eco que llegó a alcanzar al entorno más próximo de las víctimas, incluida la madre de María y ex mujer de Miguel Ángel, Marianela Olmedo, pareja sentimental del único imputado en la causa, Francisco Javier M.R.

«El caso recuerda a lo de Rocío WanninKhof, es que son los mismos... Son unos incompetentes…Después de la porquería de investigación que hicieron con lo de Wanninkhof, después de lo de Marta…». Habla la psicóloga de Marianela en una conversación telefónica con la mujer pocas horas después de que el juzgado ordenara el ingreso en prisión de Francisco (junio de 2014). «Es una injusticia, una vergüenza» repite Marianela al otro lado del teléfono, según la transcripción de la conversación a la que ha tenido acceso ABC.

Francisco Javier M.R. ingresó en prisión por orden de la titular del Primera Instancia a Instrucción 1 de La Palma del Condado, encargada de la investigación. Científicamente se había situado al imputado en el escenario del crimen cuando el dictamen emitido por el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses confirmó la presencia del ADN del encausado en tres toallas que se encontraban en los dos baños de la casa.

El hallazgo en estas toallas, que no contenían restos de sangre de las víctimas y fueron retiradas por la Guardia Civil para su análisis en la tercera inspección de la vivienda, es clave para las acusaciones, teniendo en cuenta que Francisco llevaba más de tres años sin poner un pie en el domicilio antes de la fecha de autos.

La defensa explica la presencia de estos restos por transferencia secundaria acumulativa.

El ADN de Francisco no es el único que se encontró en el espeluznante escenario. Según consta en el sumario, en la alfombrilla de baño del aseo del pasillo —con restos de sangre, al ser utiliza por el autor para limpiar la suela de los zapatos—, los investigadores encontraron restos biológicos que, examinados, pertenecen a un varón desconocido cuyo ADN no corresponde ni con los moradores de la casa ni con el hasta ahora único imputado.

Por otro lado, en una toalla blanca empapada también en sangre que estaba sobre el lavabo del cuarto de baño (presumiblemente fue utilizada por el autor para limpiar el cuchillo), se localizó un pelo de procedencia también desconocida. En estas dos piezas no se hallaron restos del encausado.

La investigación sitúa los ataques mortales en la horquilla horaria de entre las 22.00 y las 22.15 horas del viernes 27 de abril, según la data que consta en la autopsia llevada a cabo por el equipo forense y por el testimonio clave de una vecina, pared con pared, de las víctimas. Esta mujer, D.M.G.M., aporta su testimonio y una conversación por Whatsapp —incorporada a las actuaciones— en la que cuenta que está oyendo gritar a una niña. «Qué miedo, niño. Están peleando al lado mía» «¿Miedo qué?», le espeta el interlocutor en la pantalla del móvil. «Una niña gritando. Qué susto». La testigo indica que se encuentra en casa mientras escribe, una conversación que se registra a las 22.03- 22.04 horas de aquel día.

La pelea de Miguel Ángel y el autor de los crímenes no pasó desapercibida. «Hijo puta que haces aquí, me tienes harto». Es una de las frases que escuchó otro vecino, F.V.G.M., que dijo en sede judicial haber oído voces sueltas pertenecientes a dos hombres españoles, con habla de la zona.

Según consta en el informe que hizo la Policía Judicial tras el descubrimiento de los cadáveres de la pequeña María y su padre (lunes 29 de abril de 2013), se requirió la verificación del cumplimiento del horario laboral por parte tanto de Francisco como de Marianela (fueron los primeros sospechosos) y tras tomar declaración a los responsables del personal en el supermercado en el que trabajaban ambos, confirmaron que la salida del establecimiento fue posterior a las 22.00 horas. Las acusaciones mantienen que no hay grabaciones ni compañeros que lo sitúen en la salida y momentos anteriores, mientras que la defensa hace notar que no fueron preguntados cuando sucedieron los hechos, y sí los responsables del supermercado.

Hay un testimonio, el de la ex novia de Francisco y empleada también del mismo supermercado, R.G.D., que trabajó en el mismo turno y afirma que cuando dejó la caja, el jefe la envió a carnicería sobre las 21.40 ó 21.45 horas, y que vio al imputado y a Marianela.

Francisco declarará desde la cárcel de Huelva el próximo 21 de enero, una prueba una a la que están citadas todas las partes para la continuación del procedimiento, que será juzgado por un jurado popular una vez finalicen todos los trámites pendientes.

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