Una pareja de jóvenes paseando por la calle
Una pareja de jóvenes paseando por la calle - ABC
SOCIEDAD

Los jóvenes ven cada vez más normal el rol violento de los varones

Un estudio de la Junta demuestra que en la juventud las coacciones machistas se disfrazan de amor romántico

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Cuando su novio comenzó a curiosear en su móvil, Patricia (nombre ficticio) no concedió importancia. Casi era un motivo de diversión. Pero poco a poco el control comenzó a ser más exhaustivo: le exigía saber dónde y con quién iba, le obligaba a mostrarle sus mensajes de Whats’App y le hizo desvelarle sus contraseñas personales para las cuentas en redes sociales. Todo ello con amenazas. Y cuando empezó a recibir golpes ante cualquier objección, Patricia optó por acudir a los servicios sociales de la Junta de Andalucía.

Patricia es una de las 22 víctimas adolescentes que son usuarias del Programa de Atención Psicológica a Mujeres Menores de Edad Víctimas de Violencia de Género del IAM y que han participado en el estudio «Voces tras los datos: una mirada cualitativa a la violencia de género en adolescentes», realizado por la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales a través del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) y que fue presentado ayer por la consejera, María José Sánchez Rubio. Según el citado informe, la juventud actual comienza a asumir como normales el rol violento del varón en la pareja, que confunden con una demostración amorosa.

Así, los primeros signos de violencia en adolescentes se camuflan «bajo la falsa idea del amor romántico», y la violencia física llega «muy rápido», explicó la autora del mismo, la socióloga Carmen Ruiz Repullo. Pese a todo el esfuerzo en campañas de igualdad y respeto, la Junta atendió durante 2015 a un total de 129 adolescentes, lo que supone un 37,2 por ciento más que en el año anterior.

Violencia sexual

La conclusión principal es la invisibilidad de la violencia de género al inicio de la relación, ya que «las 22 chicas creían que cualquier actitud podría cambiar a través de amor», toda vez que ha subrayado que una de las conclusiones más llamativas es que ese modelo de masculinidad hegemónico tiene también su reflejo en las propias relaciones sexuales de las parejas que viven violencia de género, ya que «en la totalidad de los casos las víctimas han sufrido algún tipo de violencia sexual, que no reconocen».

Los primeros signos de la violencia de género en la adolescencia, desde los celos y las humillaciones, hasta el control del móvil y las redes sociales, tienden a justificarse en nombre de un ideal de amor patriarcal, donde se ve normal que el varón imponga sus criterios o quiera controlar a «su chica». En cuanto a los chicos agresores, seis de los cuales participaron en el estudio, Ruiz Repullo explicó que «les interesaba ver qué discurso tenía la masculinidad en torno a la violencia de género». De este modo, existen dos posturas, o «no tienen arrepentimiento y lo ven común dentro de su manera de ver el mundo», o su discurso «es estar en contra de todas las políticas de igualdad», apunta.

De este modo, a partir de las entrevistas realizadas a las víctimas, el informe concluye que las chicas han sido socializadas en un modelo de amor-sufrimiento con el que ellas se identifican ante una película, un libro o una canción. A partir de ahí, todas las encuestadas reflejan ideas consolidadas como «el amor para toda la vida», «la media naranja», «los celos como signo de amor» o la esperanza de que «el amor lo cambia todo». Por su parte, ellos reproducen el modelo cultural de masculinidad hegemónica: líderes de grupos, chulos y malotes entre otros.

Tanto las chicas como los chicos creen que «el hombre duro y difícil» es el más atractivo, reproduciendo así los roles culturales aprendidos, pero sin ser conscientes de que ese mismo modelo determina las relaciones de pareja asimétricas y machistas.

Los jóvenes entrevistados se autodefinen como tranquilos y no se identifican inicialmente como machistas, pero a lo largo de las entrevistas expresan su tendencia a pensar que las chicas se dejan impresionar por dinero y poder, que los celos son signos de amor o que determinadas prendas de ropa son propias de «facilonas que provocan». Tienden a no expresar sus sentimientos (con la idea de que «los chicos no lloran»), y en sus conversaciones dan un gran valor a la virginidad de ellas.

Con motivo del próximo 14 de febrero, Día de San Valentín, el IAM y el Instituto Andaluz de la Juventud (IAJ) harán una campaña dirigida a la adolescencia y que utilizará las redes sociales para enviar mensajes en torno a los mitos del amor romántico y a los roles machistas que puede llevan a normalizar relaciones insanas basadas en el dominio, el control y la sumisión.

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