Tribunales

El violador múltiple de Málaga, ni un año de cárcel por víctima

Tras cumplir 17 años en varias prisiones, se le concede el tercer grado porque «existe bajo riesgo de reincidencia»

Juan Carlos detenido por la Guardia Civil en 2005 en una imagen de archivo SUR

J.J. Madueño

Se le conoció como «el violador múltiple» por el gran número de víctimas que dejó hasta que fue cazado en el 2002 en Málaga y condenado en 2005. Los datos oficiales conocidos en aquel juicio le achacaron la comisión de 13 agresiones sexuales y 11 intentos que no llegaron a consumarse. Por estos hechos le cayeron 271 años de prisión, pero se le aglutinaron en un máximo de 20 años . Tras cumplir 17 en diferentes cárceles andaluzas, ya goza de beneficios penitenciarios. El Juez de Vigilancia Penitenciaria 5 de Andalucía resolvió recientemente que podía disfrutar del tercer grado, entre otros motivos, porque «existe bajo riesgo de reincidencia» .

Y mientras espera a que se le asigne un Centro de Inserción Social (CIS) en el que recalar con su nuevo régimen, Juan Carlos G.R. sigue en la prisión de Albolote en Granada . Este fue su último destino. En el que ha pasado los últimos años de condena, que inició en Alhaurín de la Torre para pasar luego a Córdoba y en 2012 a Granada, donde se ha sometido a terapias para controlar esos impulsos, según los autos a los que ha tenido acceso ABC.

En Granada es donde comenzó a salir con beneficios una vez cumplidos tres cuartos de la pena impuesta por aquellos crímenes, hace ahora casi dos décadas y con los que sembró el terror en las calles de Málaga . Era profesor de Educación Física con una vida pública ejemplar. Sin embargo, el monstruo estaba oculto en una doble cara con la que saciaba su lujuria enfermiza. Lo hizo de forma impune entre 1997 y 2002 , cuando en el centro educativo en el que trabajaba fue detenido por la Policía Nacional, ante la sorpresa de sus compañeros y conocidos, que no habían supuesto que el agradable profesor era en realidad un insaciable violador.

Seis años de terror

Juan Carlos nació en el barrio de Portada Alta en el seno de una familia humilde. Cuando llegaron las primeras denuncias en 1997 nadie se fijó en un profesor, casado con su novia de toda la vida, amante del deporte y con una vida ejemplar. Era metódico e ideó una fórmula con la que cometer sus crímenes. Un patrón que repetía con cada víctima, hasta completar las 24 chicas de mediana edad a las que agredió o hizo el intento.

Hasta la elección de las candidatas seguía un esquema definido. Las víctimas eran rubias y jóvenes . Primero las localizaba y comenzó por su entorno más cercano, fijándose en las chicas que cumplían con sus cánones de belleza en su propio barrio. Luego salió fuera, amplió horizontes, pero siempre estudiando cada paso para no ser pillado . Las seguía, conocía todos sus movimientos, si entraban, salían y escudriñaba sus horarios para ver cuándo era más conveniente el asalto, siempre en sus propios domicilios.

Armado con un cuchillo, Juan Carlos se presentaba en sus casas haciéndose pasar por el revisor del gas, el fontanero o el electricista . Se ganaba así su confianza para que le abrieran la puerta y le dejaran entrar en los domicilios sin resistencia. Una vez dentro, las intimidaba con el cuchillo y las agredía sexualmente. Así es como sembró el terror durante seis años en Carretera de Cádiz. Siete de sus víctimas fueron españolas y el resto extranjeras.

Está arrepentido

Ahora se trata de reinsertarle en la sociedad en un entorno familiar «normalizado». El juzgado que le concede el tercer grado asegura que «cuenta con el apoyo incondicional de su familia desde su entrada en prisión y que se comunica regularmente con padres y hermanos». «El entorno social es normalizado y no existen antecedentes toxicofílicos familiares», afirma en un auto al que ha tenido acceso ABC, donde se explica que Juan Carlos « reconoce los delitos cometidos , no los minimiza y muestra un adecuado grado de arrepentimiento».

La resolución cuenta con la exigencia de que no puede delinquir en el tiempo hasta que se extinga su condena, que es en 2022. Aparte, tiene una orden de alejamiento de dos kilómetros sobre sus víctimas para los próximos 15 años, que no deberá quebrantar si no quiere volver a prisión. Pese a que la junta de tratamiento de la prisión se opuso a su libertad, el juzgado asegura que «sí concurre un pronóstico favorable de reinserción social ».

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