Violación grupal en un cuartel de Málaga

Ni esperma en la ropa ni droga en la bebida: así se desmontó el caso de la «manada militar» de Málaga

Los principales argumentos por los que el tribunal ha archivado el polémico caso de abusos sexuales en el Ejército

Puerta del bar de Bobadilla donde la soldado dijo haber sido drogada antes del episodio de abusos Archivo

Fernando del Valle

El caso ocupó horas enteras de televisión. Una violación en manada a una soldado con un cuartel como escenario era un tema lo suficientemente jugoso como para no dejarlo escapar. Más en unos momentos en los que la sensibilidad social estaba en un punto álgido por la inminencia de la sentencia del caso de «La Manada» de los sanfermines de Pamplona.

Se le dedicó un minutaje inversamente proporcional al que se le ha brindado al archivo de la causa , adelantado por ABC , en la que se ha investigado a cuatro soldados del cuartel del Ejército del Aire en Bobadilla (Málaga) por haberla sometido presuntamente a abusos sexuales en grupo tras haberla drogado .

El episodio todavía tendrá su recorrido en los juzgados. El auto de sobreseimiento emitido por el Tribunal Militar Territorial de Sevilla ha sido recurrido en casación por la soldado, de 36 años de edad. Ahora será la sala militar del Supremo quien dictamine.

Pero, ¿cuáles han sido los principales argumentos esgrimidos por los jueces para desmontar el terrible episodio presuntamente ocurrido en la madrugada del 11 de enero, después de que los militares celebraran la patrona del Ejército del Aire? Según el auto de archivo, los hechos «no han podido ser probados, ni directa ni siquiera indiciariamente».

Sumisión química

La soldado denunció que había estado tomando dos copas y varios botellines de cerveza en el pub Gabanna de Bobadilla. Una de esas cervezas le supo especialmente amarga. Al día siguiente, se levantó con un malestar general y un dolor de cabeza que no casaba con la cantidad insuficiente de alcohol que dijo haber ingerido. Un compañero le facilitó un test de drogas caducado que dio positivo en barbitúricos.

El auto con el que los jueces archivan el caso afirma rotundo que de las pruebas toxicológicas realizadas en el cabello de la joven « no se ha podido demostrar que haya sido expuesta al consumo de sustancias que produzcan efectos compatibles con los que denuncia». Ese análisis reveló que en los seis meses anteriores a la realización de la prueba había consumido «de manera reiterada» sustancias tales como el éxtasis y la efedrina .

Examen médico forense

En una de sus declaraciones, la militar asegura que al día siguiente de los hechos tiene relaciones sexuales con otro hombre «y nota molestias en la zona de penetración». También, que «no sabe por qué tenía los labios hinchados». El examen forense que se le practicó a la soldado el 20 de diciembre de 2017 para determinar si había sido drogada y si había sido víctima de una agresión sexual no encontró «hallazgos de interés en genitales externos ni internos , ni en el resto de la superficie corporal».

Pruebas de ADN

En plena efervescencia del caso, se afirmó que la ropa de la soldado, que había amanecido con el pantalón del pijama y las medias bajadas, podía tener restos de esperma . Se tomaron muestras de ADN a nueve compañeros del cuartel , entre ellos los señalados por ella como culpables de la violación. Según informe de la Unidad Central de Análisis Clínicos después de examinar las ropas, «no se evidencia la presencia de semen» . Sí se encuentran sin embargo en el sujetador restos celulares de dos perfiles genéticos distintos, «compatibles con la propia denunciante y el perfil genético de la persona con quien ella mantuvo relaciones sexuales en los días posteriores a los hechos».

Los testigos

Nadie de los que pernoctó ese día en el acuartelamiento de tropa, donde supuestamente ocurrieron los hechos, «escuchó o vio algo» . El cabo que llevó en su coche a la soldado desde el bar hasta el cuartel declaró haberla encontrado en el vestuario femenino sentada en el suelo y apoyada de espaldas sobre las taquillas, escurriéndose poco a poco. Sin fuerzas. La ayudó a terminar de vestirse, aseguró, y la llevó a la habitación de transeúntes. Según su relato, allí la soldado extendió su saco de dormir, se quitó los pendientes, puso su móvil a cargar y se metió en el saco ayudada por el propio cabo . La inspección ocular realizada en el lugar de los presuntos hechos deduce que «cualquier sonido que pudiese haberse producido en las habitaciones del alojamiento de tropa, «hubiese sido percibido por los que allí pernoctaron».

Hipnosis

La soldado, que no lograba recordar lo acaecido aquella funesta noche, fue sometida a una sesión de hipnosis por parte del especialista Kenet Iversjo , un psicólogo no clínico experto en «coaching e hipnosis ericsonoana», con consulta en Mijas. El auto de archivo del caso considera «especialmente significativa» su declaración. Afirmó ante el juzgado que ella le transmitía «sensaciones físicas y olores». Y que en todo caso, «la experiencia es subjetiva y no pone la mano en el fuego por nadie ».

Declaración de la víctima

La declaración de una víctima de abusos sexuales, según la doctrina del Tribunal Supremo, puede provocar por sí sola el decaimiento de la presunción de inocencia. Sin embargo, los jueces entienden que el testimonio de la denunciante , depuestos hasta en ocho declaraciones ampliatorias, «carece de coherencia externa» al no encontrarse apoyada en ningún otro dato objetivo de carácter periférico. Pero además, «adolece de ciertas contradicciones en sí misma». En este punto, cita que al principio la mujer dijo que la luz de la habitación donde suceden los hechos estaba encendida, mientras que después recordaba que estaba a oscuras. También emite versiones contrapuestas en torno a cuál de los soldados la somete a determinadas vejaciones.

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