MASCARILLAS
La mascarilla sigue vigente en los paseos marítimos de la Costa del Sol «por prudencia»
Las autoridades han notado que los ciudadanos, sobre todo los extranjeros, se han relajado a la hora de vestir esta prenda
Media noche del viernes al sábado. La aguja del reloj pasa seis minutos de las doce. Un vecino pasa corriendo hacia su casa por la puerta de La Catedral de Mijas, un restaurante que recoge los toldos ya con la persiana bajada y sin clientes. El hombre señala entre risas: « ¡Venga! ¡Quitaros las mascarillas! ¡Qué es sábado!« . Era un principio de euforia por la desaparición de la prenda, que no se correspondió con la realidad cuando amaneció en la Costa del Sol.
En las calles, por la mañana, se ve a la gente con mascarilla. Son contados los que no llevan la prenda puesta. En Benalgabón (Rincón de la Victoria), donde se celebra un concurso de baile, l a prenda tapa las vías respiratorias de todo el mundo . No hay excepciones. En este mismo municipio, una madre va con su hijo hacia la playa por el aparcamiento entre los chiringuitos. Llevan puesta la mascarilla mientras cargan con toallas, tabla de 'bodysurf' y bolsos. Se la quitan en la arena, al acomodarse frente al mar .
Debajo de la sombrilla o en el chiringuito son los lugares donde la norma se relaja. Los ayuntamientos de la Costa del Sol han notado que hay «cierta despreocupación» o que «algunos se han relajado con el uso» , pero «por tónica general la siguen utilizando» . En la arena de Fuengirola, los que están en la playa tostándose la sol, haciendo yoga o jugando al voley se la han quitado para evitar las marcas en la cara .
Es lo normal en otros lugares como Torremolinos o la Cala de Mijas. No hay mascarilla entre los que están en la arena, pero sí se la ponen, en la mayoría de los casos, cuando llegan al paseo marítimo. «Es por prudencia» , señala una mujer que pasea por la senda litoral a la altura de la Cala de Mijas.
Allí mismo, una pareja acaba de comer en el restaurante El Torreón. Han estado sin mascarilla hasta los postres, pero al abonar la cuenta, el hombre s e pone el sombreo y se coloca la mascarilla para salir a la calle. La mujer agarra el bolso y también echa mano de la prenda tapando sus vías respiratorias.
En ese mismo tramo de paseo, el vendedor del 'top-manta' lleva la mascarilla mientras busca clientes, entre los que sí que se puede ver alguno si ella. Hay quien no la lleva. L a Policía Local constata en que su inmensa mayoría son extranjeros .
Allí, un alemán asegura que ya era hora de que se quitara la prenda de forma obligatoria, que en su país no hay que llevarla en la calle . Pero pese a los casos esporádicos, en esta primera jornada sin que la mascarilla sea obligatoria, la mayoría en la Costa del Sol ha optado por seguir llevándola.
