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La top en una imagen de finales de los 70 y, a la derecha, en una fotografía actual - ABC
GENTE

Jill Dodd, la modelo y empresaria que conquistó a Adnan Khashoggi

La creadora de la firma de prendas deportivas Roxy detalla en un libro de memorias sus «mil y una noches» con el fallecido millonario a bordo del «Nabila»

MÁLAGA Actualizado: Guardar
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Jill Dodd tenía apenas 20 años cuando entró a formar parte del «harén» de Adnan Khashoggi, para vivir algunas de sus primeras noches de sexo y drogas a bordo del yate Nabila, en Puerto Banús. El célebre millonario y traficante de armas ha fallecido justo antes de que el libro de memorias de una de sus favoritas le diera un último disgusto: no ha podido enterarse de cómo se ha aireado el funcionamiento de su extenso servicio amatorio en cualquiera de sus mansiones repartidas por todo el mundo.

Gracias a los estudios que le pagó el propio Kashogui de Diseño de Moda, Jill Dodd acabaría triunfando como empresaria, tras fundar la marca deportiva Roxy. Con su libro de memorias, no ha pretendido ajustar cuentas con el magnate, sino que se encontró con el inesperado deceso del mismo.

Lo que hace es desvelar sin acritud y sin rencor cómo funcionaba en la cama y cómo «cazaba» a sus casi adolescentes amantes, sin soltar prenda sobre sus controvertidos negocios.

La empresaria, natural de Los Ángeles, estaba en la nómina de la agencia de modelos Wihelmina cuando conoció a Adnan Khashoggi. Por aquel entonces, su fama se estaba disparando en Francia, gracias a sus portadas en «Vogue» o «Marie Claire». En una fiesta celebrada en agosto de 1980 en Cannes, en Le Pirate, quedó definitivamente seducida por el hombre al que se le asocian negocios tan turbios como la intermediación del caso Irán-Contra durante el gobierno de Reagan o de trabajar para las oscuras finanzas de la mujer del presidente de Filipinas, Imelda Marcos.

Jill Dodd afirma en el recién publicado «The currency of love: A courageous journey to finding the love within» que no sabía nada de aquel hombre «bajito, gordito y calvo» con tanto dinero. El cual no le pareció especialmente atractivo en aquel primer encuentro, pero sí un seductor nato. «Me recordó al padre de mi amigo», desvela en estas memorias.

En ese mismo episodio, Dodd ya cuenta que él se hizo involuntariamente un corte en su piel y que con su sangre le escribió en su antebrazo: «Te amo». «Me sorprendió, pero me gustó. Era como si hubiéramos hecho un pacto secreto», revela. Fue después cuando le contaron que el hombre talludito de 44 años, con el que había estado bailando, era Adnan Khashoggi. Al día siguiente aceptó la invitación de cenar a bordo del Nabila, el famoso yate del empresario. Dodd ofrece detalles del lujo que guardaba en su interior y de los vestidores llenos de prendas de alta costura con las que Khashoggi agasajaba a sus amantes, regalos que ella nunca declinó.

«No nos besamos esa noche, sino que hablamos hasta las 5 de la mañana. Me interrogó sobre mi inexistente vida romántica y me explicó cómo hizo fortuna exportando vehículos fabricados en Estados Unidos a Arabia Saudita», relata, al tiempo que confiesa que en alguna ocasión oyó cómo hablaba de la venta de aviones entre EE.UU. y Arabia Saudí, pero nada más. «Porque una chica de 20 años no estaba en esas cosas», justifica.

Otras mujeres

La modelo se fue enterando, durante algunas cenas en París, que había un segundo matrimonio en la vida del saudí y otras chicas que también iban a sus fiestas y que rivalizaban por tener su favor. Khashoggi llegó a presentar a Dodd en el cumpleaños de su primer hijo, y esta recuerda la frialdad con la que le trató Lamia, su segunda esposa. «Pero nunca había conocido a un hombre tan inteligente, mundano y divertido», le salva.

A finales de septiembre de 1980, la modelo angelina fue invitada a su mansión de Marbella, Al Baraka, mientras él marchaba de viaje de negocios. Una noche llegó de madrugada en su jet privado, le hizo tomar un baño de burbujas y le invitó a que tomara cocaína y le contara cómo había perdido su virginidad. Aquella noche, Dodd aceptó entrar oficialmente en su harén.

«Era un amante extraordinario. A medida que pasaban los meses, sólo quería estar con Adnan y no me importaban los detalles. Era mi novio. A pesar de que había otras mujeres alrededor, no sabía quién era una amiga o una amante casual», relata.

Con el tiempo se convirtió en la fundadora de la exitosa marca deportiva de baño y prendas de surf Roxy. Ella siguió viéndole con frecuencia en su casa de Las Vegas. Gracias a que Khashoggi pagó sus estudios de Diseño de Moda en Los Ángeles, cada vez fue distanciándose más de él.

Dodd también desvela en este libro que el tipo de mujer de su harén fue cambiando hacia chicas menos sofisticadas y muy jóvenes. En el verano de 1982, la modelo y empresaria decidió poner fin a la relación, pese a que confiesa que le echó de menos. Dice sentirse agradecida por los estudios que recibió a cambio de su amistad sexual, pero a sus 57 años y con tres hijos se congratula de haber seguido su camino. «No era una prostituta, porque jamás perdí mi independencia», sentencia.

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