El cielo se abre en la subida a los altares del Padre Arnaiz

Más de 8.000 personas han acudido al Rito de Beatificación en Málaga, pese a la alerta roja por lluvias establecida por Meteorología

Celebración del Rito de Beatificación del Padre Arnaiz Francis Silva

Isabel Ruiz

Los feligreses han mirado al cielo este sábado desde que se estableció la alerta roja por lluvias. Las precipitaciones no iban a parar la cita histórica que tenían en la Catedral de Málaga , pero lo que todos deseaban es que el tiempo acompañase en la subida a los altares del Padre Arnaiz (1865-1926).

Miles de paraguas y chubasqueros se aproximaban a las calles aldeañas de la catedral desde horas antes de que diese comienzo el solemne acto. Más de ocho mil personas han vivido de cerca como el cardenal prefecto de la Congregación de la Causa de los Santos Giovanni Angelo Becciu, en representación del Papa Francisco, ha presidido la Ecuraristía y beatificación del Padre Tiburcio Arnaiz, sacerdote de la Compañía de Jesús y fundador de la Asociación de Misioneras de las Doctrinas Rurales.

El obispo de Málaga, Jesús Catalá , pidió humildemente a Su Santidad que «se digne a escribir en el número de los Beatos al Venerable Siervo de Dios» . El cardenal, con todo el Templo en pie, procedió a la lectura de la Carta Apostólica en latín, que rezaba que «acogiendo el deseo» del Obispo, así como de otros muchos hermanos en el Episcopado y numerosos fieles, conceden que el Padre Arnaiz, «movido por su gran amor al Corazón de Jesús, con incansable celo apostólico, elevó notablemente el nivel espiritual de la sociedad malagueña y logró implicar a muchos seglares en apostolados heroicos, realizando una labor catequética, caritativa y cultural en los barrios y campos más abandonados.

De ahora en adelante pueda ser llamado beato». Tras la lectura se descubrió una gigantografía del Padre Arnaiz , que provocó que la emoción se desbordara por todos los rincones del tempo. Unos aplaudían mientras otros secaban sus lágrimas al ver la conversión del Siervo de Dios. Y las iglesias de Málaga acogieron la subida a los altares del Padre haciendo sonar sus campanas, mientras se procesionaban las reliquias del nuevo Beato , que fueron colocadas cerca del Altar donde el Presidente las veneró incesándolas al son de “Alleluia”, de Marco Frisina.

Mientras el obispo diocesano malacitano agradecía al Cardenal, la luz del sol comenzaba a iluminar las vidrieras de la Catedral. El cielo abrió paso a la subida a los altares del Padre Arnaiz. Los paraguas se cerraron y las campanas volvieron a avisar a la población la existencia de un nuevo Beato.

Las lecturas del Evangelio tomaron el protagonismo cuando aún se veía sollozar a algunos de los asistentes, que volvieron a emocionarse cuando se presentaron las ofrendas ante el Presidente. Entre quienes se acercaban al Altar se encontraba el malagueño Manuel Antonio Lucena, quien sufrió un infarto de miocardio y no sufrió secuelas físicas ni psíquicas. Un hecho que los médicos no pudieron explicar. Su hermana encomendó su recuperación al Padre Arnaiz y el Vaticano lo ratificó como milagro, un hecho que le ha valido al Siervo de Dios para subir hoy a los altares.

El representante de Su Santidad, en su Homilía, mantuvo que «el beato Tiburcio Arnáiz Muñoz, con el intenso sabor de su fiel testimonio del Evangelio hasta el heroísmo, supo impregnar de la doctrina de Cristo el ambiente en el que vivió, contribuyendo así a la misión de la Iglesia en el mundo». « Su vivaz y cálida predicación se convirtió en un motivo decisivo para la conversión de muchos , especialmente durante las misiones populares, a través de las cuales llevaba a cabo una intensa y fructífera evangelización y promoción social. Él fue un pastor según el corazón de Cristo y un misionero de la fe y de la caridad. Fue el típico ejemplo del “pastor con olor a oveja”, como hoy diría el Papa Francisco.

Fue un intrépido heraldo del Evangelio, especialmente entre los más humildes y olvidados de los llamados corralones , los barrios más pobres y también más hostiles a la Iglesia de Málaga, consumiendo su vida por el prójimo, sostenido por un gran amor a Dios», continuó el cardenal, quien afirmó que el el mensaje que el nuevo Beato ofrece a la Iglesia y a la sociedad de hoy es que «el hombre que no se conforma con lo ya conquistado sino que, siendo dócil a las exigencias del espíritu, se propone entregarse a Dios con mayor radicalidad».

«El nuevo Beato representa para la Iglesia de hoy un modelo que estimula a vivir de Cristo, al tiempo que para toda la sociedad supone una antorcha capaz de iluminar la historia de nuestros tiempos. Que su ejemplo nos acompañe y su intercesión nos sostenga. Por eso le invocamos: ¡Beato Tiburcio Arnáiz Muñoz, ruega por nosotros! » concluyó.

Arzobispos y obispos de diócesis, además de 170 sacerdotes -100 de ellos han dado la comunión a los feligreses-, entre ellos el postulador general de la Compañía de Jesús, Pascual Cebollada, el provincial Antonio España y el vicepostulador de esta causa, el padre Vicente Luque, han acudido al solemne acto, que ha contado con un acompañamiento musical dirigido por José Luis López Antón , en el que ha participado el organista primero de la Catedral, Adalberto Martínez, el Coro Pro-Beatificación; cuatro solistas, la Escolanía de San Estanislao de Kostka, la Escolanía Pueri Cantorum de Jesús de Nazareno de Almogía y la Orquesta Sinfónica Provincial de Málaga, que han interpretado Aleluya lodate il signore de Marco Frisina, Misa de Angelis o el Himno del Padre Arnaiz, compuesto por Juan M. Montiel.

Bibliografía

Fue párroco en Villanueva de Duero (Valladolid) y Poyales del Hoyo (Ávila), pero tras fallecer su madre ingresó en la Compañía de Jesús en el Noviciado de Granada. Fue destinado a Málaga al terminar la Cuaresma de 1912. Entre 1912 y 1916 comenzó sus Doctrinas en los corralones malagueños, ayudándose de un grupo de señoritas que colaboran en sus catequesis y misiones.

En 1917, tras pasar un año en Cádiz, regresó para las Doctrinas Rurales. La primera fue la de la Sierra de Gibralgalia. Sus catequistas pasaron meses en aldeas o cortijada s , donde no había llegado la cultura, enseñando a leer, escribir y la doctrina cristiana. A los niños los preparaban para la Primera Comunión. En aquella época se desplaza continuamente para alentar a sus colaboradoras y su labor fue reconocida por el Obispo San Manuel González.

Durante estos años, se entregó a la gente, especialmente a los más pobres con misiones, predicando novenas y triduos o retiros a toda clase de personas. La Diócesis de Málaga destaca su atención a los sacerdotescon ejercicios espirituales y a las religiosas, maestros, catequistas y colaboradores. Eran en aquella época continuas sus visitas a los hospitales y a la cárcel . En las misiones por las aldeas malagueñas dormía sentado en una silla o en el suelo y comía poco, «para no restarle tiempo a su trabajo de confesiones, predicación o atención a los enfermos».

Tras su fallecimiento, su cuerpo fue llevado en procesión por el recorrido del Sagrado Corazón , que cada año Don Tiburcio Arnáiz sacaba por las calles de Málaga. Está enterrado en la Iglesia del Sagrado Corazón de la capital, donde su fama de santidad ha perdurado y aumentado el número de devotos que acuden a su sepultura para rogarle que interceda desde el cielo ante el Señor, en socorro de sus tribulaciones o enfermedades.

Desde hoy, la figura del Padre Arnaiz puede ser venerada en cualquier templo Cristiano. Su festividad, según ha anunciado el Cardenal, queda fijada el día 18 de julio , fecha de su fallecimiento y día que nació en el cielo.

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