Celia Villalobos, el fichaje más rutilante de MasterChef: «Volví a la cocina cuando Aznar me echó del Gobierno»

La controvertida exministra y exalcaldesa de Málaga asegura que no reprenderá a los jueces: «Allí voy a aprender»

Celia Villalobos, haciendo la compra en un mercado de Madrid Belén Díaz

Fernando del Valle

Si llevaba toda su vida rompiendo moldes no se iba a cortar justo ahora, cumplidos los 71. O quizás lo haga, pero será en un plató televisivo y partiendo cebolla en juliana. La malagueña Celia Villalobos Talero se ha confirmado esta semana como el fichaje más rutilante de la próxima edición de «MasterChef Celebrity» , a cuyas cocinas seguro terminará aportando buena parte del natural «picante» que la ha acompañado durante su dilatada carrera política. A veces hasta el exceso y otras como ingrediente básico para el éxito que consiguió su partido, el PP, cuando nunca lo invitaban a la mesa.

«Soy nada más que una alumna que quiere aprender ». Desde Madrid, donde reside, Villalobos explica a ABC que aceptó encantada la oferta de sumarse al concurso gastronómico para experimentar por vez primera con la cocina moderna. «Llevo toda la vida cocinando como un ama de casa normal y quiero adentrarme en cosas nuevas. Yo estoy ahora reinventándome», afirma. Por detrás suenan las risas de su marido, el asesor político Pedro Arriola , divertido por las preguntas sobre frituras, gazpachuelos y pucheros que ahora tiene que responder su esposa.

Perejil de todas las salsas del centro-derecha durante muchos años, Celia Villalobos anunció que abandonaba la política el año pasado . Un paso natural dado que la política ya llevaba un tiempo abandonándola a ella. El triunfo de Pablo Casado en las primarias del PP tenía que cobrarse víctimas y a la combativa dirigente ya le venían enseñando la salida hacía un tiempo.

Eso sí, después de 33 años ( diez legislaturas ) ininterrumpidos como diputada en el Congreso, del que fue vicepresidenta, durante los cuales también fue europarlamentaria, alcaldesa de Málaga y ministra de Sanidad . Una dilatadísima trayectoria política en la que obligó a más de uno, propios y extraños, a tomar sal de frutas por la acidez que generaba a veces su comportamiento.

En efecto, a Villalobos siempre le ha gustado ir a contracorriente. Educada en un colegio de monjas de Málaga, llegó a militar en el PCE durante su etapa estudiantil.

Luego sería descubierta por Manuel Fraga , a quien comenzó dejando a cuadros cuando prometió su primer cargo de diputada en 1986 en lugar de jurarlo. Revelación televisiva con Jesús Hermida en los albores del triunfo electoral de José María Aznar , la malagueña siempre ha estado abonada a la polémica . Ideológica o más chusca.

Considerada «la progre» del PP , fue sancionada por su partido por votar a favor del aborto y el matrimonio homosexual y sus posturas en muchos asuntos sociales enervaban a los dirigentes y el electorado más conservador de su formación política.

Pero también fue descubierta jugando con la tablet en un aburrido debate del Congreso, hablando de los «piojos» de las rastas de un parlamentario de Podemos o insultando a su chófer, el famoso Manolo . Que no llegaba.

Sus extemporáneas salidas y su gusto por polemizar y opinar de cualquier cosa devinieron en un clásico de la política española . Siempre sin renunciar a su estilo característico , que le ofreció muchos réditos cuando pedía el voto en los mercados de Málaga pero levantó tantas ampollas en otros ámbitos.

Con ese punto chulesco que la caracteriza, nunca dejó que se la viera demasiado afectada por todo eso. Con una excepción: su abrupta salida del Ministerio de Sanidad en 2002 . A ella, una pandemia que luego no lo fue tanto sí se la llevó por delante.

Casualidades de la vida, con la cocina de por medio. Pues el detonante de su destitución fueron aquellas declaraciones en plena crisis de las vacas locas en las que instaba a las amas de casa a hacer el caldo del puchero con hueso de cerdo y no de vacuno.

La ferocidad con que se la trató entonces sí que la marcó. «Fíjate que yo al principio defendía a Fernando Simón recordando la caña que a mí me dieron», rememora a este periódico. Pero también tuvo otras consecuencias, que ahora cobran pleno interés. «Cuando Aznar me echó del Gobierno volví a la cocina» .

Villalobos, cuyo primer libro de cocina había sido el de la Sección Femenina , tenía abandonado el delantal. Entonces aprovechó «esos días tan duros en los que no suena el teléfono» para regresar a las recetas de toda la vida. Ganando además buena fama de cocinillas entre los suyos.

En las reuniones familiares, apunta, suele ser ella la que prepare las viandas. Villalobos, habitual del Canal Cocina -«me encantan Gordon Ramsey y Jamie Oliver », dice- tiene tres hijos y cinco nietos , alguno de los cuales, dice, se pirra por su menestra de verduras. Tampoco le hacen precisamente ascos a sus albóndigas o a la carne en salsa.

Cuando pase el verano, y de nuevo en la tele, serán otros platos los que ahora tenga que hacer. Se confiesa seguidora de ediciones anteriores de «MasterChef». No estricta, porque se acuesta pronto.

Está encantada con el elenco de competidores que tendrá. Raquel Sánchez Silva , La Terremoto de Alcorcón, Gonzalo Miró , Florentino Fernández , David Fernández, Juan José Ballesta, Josie, Juan José Ballesta, Raquel Meroño y Melani Olivares se han confirmado ya.

«Será muy divertido. Florentino es un tipo descacharrante . A morir. Y a Gonzalo Miró , al que conozco porque hemos coincidido en la tele, es un encanto de persona. Y además hay por ahí algunos actores a los que va a dar gusto mirar», se ríe.

De entre los jueces, reconoce que «algo le acojona» Jordi Cruz . ¿Y si le rechaza un plato con malas palabras?«Que me grite lo que quiera, está en su casa; yo en el Congreso mataba , me he enfrentado con todos, pero a ‘‘MasterChef’’ voy a aprender».

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