El parque empresarial de Santana Motor tiene escasa actividad desde el cierre de la factoría.
El parque empresarial de Santana Motor tiene escasa actividad desde el cierre de la factoría.
Economía

El fiasco del plan Linares Futuro convierte la ciudad en un páramo industrial

Deterioro de las instalaciones de Santana Motor tras subvenciones de 600 millones

Jaén Actualizado: Guardar
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El cierre de la factoría Santana Motor es un fracaso directo de la Junta de Andalucía. Como lo es el plan Linares Futuro, urdido por la administración autonómica para amortiguar el impacto en la economía linarense derivado de la desaparición de su principal fuente de riqueza, que daba empleo a 5.000 trabajadores. Un lustro después, ni una sola de las empresas prometidas en su día se ha instalado en el parque, donde apenas trabajan tres centenares de personas.

La apuesta personal del entonces consejero de la presidencia Gaspar Zarrías, hombre fuerte de Manuel Chaves, por mantener activa la factoría tras el abandono de la multinacional Suzuki ha costado a las arcas públicas andaluzas más de 600 millones de euros, en su mayoría dilapidados en subvenciones.

El coste del fiasco del plan Linares Futuro es menor en términos económicos, pero la decepción es equivalente.

La sociedad linarense siente que la administración autonómica no ha velado por sus intereses. En su día, marzo de 2011, en el marco de las festivas exequias de Santana Motor, parte de la plana mayor del gobierno de José Antonio Griñán, con los sindicatos de clase como palmeros, anunció el advenimiento de una segunda edad de oro para la ciudad. Que comenzaría, dijeron, con una inversión de 29 millones de euros para la implantación de 5 proyectos empresariales generadores de 100 puestos de trabajo.

En concreto, la Junta dio por hecha la instalación de un centro de llamadas de grupo Bertelsmann, de un centro tecnológico para proyectos de tecnologías de Seguridad y Comunicación, implantado conjuntamente por Telvent y Atos Origen, de un centro de generación de programas informáticos de la empresa OGESA, de un centro de mantenimiento derivado de la alianza entre Mantel y Suzlon y de una fábrica de fibra óptica del grupo Mantel.

Sus logotipos no campan en el parque industrial, donde la empresa que abandera la actividad es Mecacontrol, que emplea a más de un centenar de trabajadores. La sociedad ha solicitado a la Junta de Andalucía una nave colindante para ampliar su actividad y generar más empleo, pero la administración le pone trabas desde hace dos años, según asegura la presidenta del PP local, Ángeles Isac, quien denuncia que otra empresa, CAF, se trasladará en breve a Jaén por el elevado coste de las instalaciones que ocupa en Linares, propiedad de la Junta de Andalucía.

El deterioro ha sustituido al chasis en el parque. Las grietas zigzaguean por las naves, la maleza coloniza la tierra, la basura se acumula en el interior, los muros ceden. La falta de actividad ha convertido a la factoría en una astrosa reliquia, añorada por una ciudad en la que ofició de locomotora hasta que la gestión pública acabó con ella. Y también con miles de puestos de trabajo, si bien para apaciguar los ánimos de la plantilla la Junta acordó masivos expedientes de regulación de empleos (investigados más tarde por la juez Alaya) y aprobó jubilaciones anticipadas para trabajadores de 50 años en adelante, así como pagar cursos de formación para la reinserción laboral de los empleados menores de esa edad.

La situación laboral aclara que el plan Linares Futuro no ha sido más que un proyecto megalómano de la Junta de Andalucía que, en sintonía con los que ha llevado a cabo en otras zonas de la provincia, ha constituido un fracaso de crítica y público. Hasta el propio alcalde de la ciudad, Juan Fernández, del PSOE, ha cuestionado la gestión de la Junta de Andalucía. En un pleno reciente, Fernández dijo estar frustrado por la desatención del gobierno andaluz.

La Junta no considera que haya motivos para la frustración, según se deduce de la contestación del consejero de empleo, José Sánchez Maldonado, a una pregunta de Podemos. Maldonado asegura que en el parque hay instaladas 18 empresas que dan trabajo a 350 personas. Y anuncia que el esfuerzo económico de la Junta se extenderá hasta 2026, fecha en la que el conjunto de los ex trabajadores de la factoría estará jubilado.

La jubilación es la única certeza de los empleados de las empresas privadas que han sido gestionadas por la Junta en Jaén. Así, el cierre de Santana Motor fue precedido por el de la industria cárnica Hijos de Andrés Molina, otra gran empresa jiennense gestionada por la administración de manera tan calamitosa que, tras tener una cuota de mercado del 6% en el mercado nacional, quedó en nada. Como le sucederá previsiblemente a la industria de Linares. Todo apunta en esa dirección. De hecho, el plan preveía potenciar la presencia de la industria de la ciudad en el exterior, pero cinco años después de su firma el único producto linarense con presencia internacional es Raphael.

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