El Rocío se inunda con la luz de la semilla rociera por la fiesta de la Candelaria

Cientos de niños se presentan por primera vez ante la Blanca Paloma, en una gélida mañana

Un padre con su bebé ante la Virgen del Rocío M. A. JIMÉNEZ

M.A. JIMÉNEZ / M. HUMANES

Una estampa que se repite año tras año y que denota como pocas imágenes la pervivencia de la tradición rociera es la de la llegada constante de cientos de familias con sus hijos pequeños o incluso recién nacidos a la aldea para protagonizar la ceremonia de presentación de los infantes a la Virgen del Rocío . No importa si el día amanece con un sol esplendoroso que invite a disfrutar de una agradable jornada rodeados de la belleza de Doñana o si como hoy, el día invita más a quedarse en casa que a realizar cualquier otra actividad. No importa. Desde antes de la hora prevista para la misa, las 10 de la mañana, cuando el termómetro marcaba no más de 3 o 4 grados, los padres esperaban ya pacientemente con sus hijos en brazos, muy bien abrigados, para vivir un momento de singular alegría y emoción.

La eucaristía daba comienzo con el Santuario Nacional repleto de devotos, un dato que no tiene nada de extraordinario si no se tiene en cuenta que más de la tercera parte de los asistentes han sido niños, que con sus llantos y juegos han marcado el desarrollo de la misa, poniendo banda sonora a una homilía que ha versado sobre el sufrimiento que en ocasiones padece el ser humano, en los interrogantes que despierta en el hombre ese sufrimiento y en cómo en ocasiones la falta de respuesta lleva a las personas a «no ver ninguna ventana abierta a la misericordia ni a la esperanza , sino que uno se siente en esa oscuridad, abocado a hacer algo para desaparecer y que ese interrogante no martillee nuestro corazón, nuestra mente y nuestra vida».

«La respuesta a ese sufrimiento lo tenemos en Jesús, en un Jesús que es accesible para todos, que sale a nuestro encuentro, que quiere que encontremos ese sentido, que andemos sobre esa esperanza que ha sido anunciada», concluía el párroco de Almonte, Francisco Jesús Martín Sirgo , desde un altar adornado con las flores que la noche anterior depositaban los hermanos de Matalascañas, que han peregrinado a la aldea este fin de semana, y las dos nuevas filiales, San Sebastián de Los Reyes y El Viso del Alcor . Lo hacían durante la celebración del acto que las acredita como tales y que tuvo lugar justo después de un Rosario más singular que de costumbre, pues el que se celebra con motivo de la fiesta de la Candelaria es cantado y presidido por el Simpecado de la Hermandad Matriz de Almonte, que recorrió el mismo itinerario que sigue la Virgen en su procesión en la madrugada del Lunes de Pentecostés.

A esas flores se han unido por la mañana cientos de ramos que los padres de los niños recién bendecidos y presentados a la Blanca Paloma han ido entregando a los santeros de la Virgen por encima de la reja, en un ambiente de alegría y festividad incuestionable que durante todo el acto ha estado acompañado por el sonido del tamboril tocando por sevillanas. Todos los niños que han asistido a la presentación en el día de hoy, una cantidad similar a la de ediciones anteriores a pesar del clima, han vivido la experiencia de subir al camarín de la Virgen del Rocío y tocar su manto , un momento sumamente emotivo para los padres y abuelos de los pequeños e igualmente importante para el mundo rociero, que da la bienvenida así a las futuras generaciones de romeros que han de mantener viva la llama de la devoción a la Blanca Paloma como viene ocurriendo, cada vez con más fuerza, desde hace siglos.

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