Puerta giratoria

El caso de la celosía del Patio de los Naranjos y su uso para la Semana Santa de Córdoba se ha instalado en la teoría de la puerta giratoria. Ni primera, ni segunda. Cuando el tema parece que avanza, retrocede. Y viceversa. En realidad es una falsa apariencia de movimiento, una perfecta telaraña burocrática tejida por políticos artrópodos para que la víctima propiciatoria acabe enredada en su pegajosa estrategia hasta el crucial momento de inyectar el letal veneno. El último giro surrealista lo protagoniza un experto en la política del perro del hortelano. El señor García , concejal artrópodo multifunción, que ni hace ni deja hacer aunque parezca que se mueve mucho. Ni gestiona, ni deja gestionar. Sólo aguarda en su tela de araña a que algún incauto quede atrapado en la red que vertebra su propia existencia como prócer de la cosa pública y su manido relato. Su praxis arácnida bebió ya en su día de las enseñanzas de toda una maestra en estas lides -de la que ahora reniega- y protagonista principal de la espiral: Doñarrosa .

La última boutade está en requerir un estudio de impacto y movilidad sobre el discurrir de las hermandades en el entorno de la Mezquita-Catedral y su acceso por el vano De La-Hoz y el martillo pilón. Ahora, a pocos meses de que se estrene la nueva carrera oficial en la zona más monumental de la ciudad. De entrada, para que haya carrera oficial allí, no hace falta segunda puerta. El movimiento de ficha se produce después de que este periódico informase de que el afamado arquitecto con larga residencia en Madrid alegase en la Gerencia de Urbanismo de Córdoba hace más de un año contra los posibles permisos a la apertura de una segunda puerta, proyectada sobre la celosía cuya autoría reclama de manera legítima pero con muchas dudas en su base. Baste comprobar el proyecto original.

La ruleta de los hechos sirva, pues, para arrojar luz . En junio de 2015, la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía emitía una resolución en la que daba su visto bueno a la apertura de una segunda puerta solicitada por el Cabildo Catedralicio . Con argumentos incuestionables se aludía precisamente a los efectos del aumento del paso de cofradías y personas por la Mezquita-Catedral. La respuesta fue tajante al respecto: no sólo no es malo, sino que obedece a su uso vigente y se encuadra en el buen trato de los propietarios del bien, reconocido por la Unesco al aumentar la protección con menciones más rimbombantes, venía a decir. En la trazabilidad -como gusta decir al neopolítico- de esa decisión participó la Gerencia de Urbanismo, sentada en la Comisión de Patrimonio . No interpeló, que se sepa entonces, al respecto de la movilidad y el impacto.

Despejado el horizonte, entraron en acción los políticos artrópodos y las alegaciones en forma de red. Como no pueden decir de forma valiente que no quieren a las cofradías en la calle, sea en la Catedral o en la rotonda del Bar Miguelito , porque tiene su factura electoral y luego hay que hacerse fotografías con ellas, qué mejor que buscarse un topo en la acción -casualidad o causalidad- que ayude en la causa. A estas alturas ya sabrán quién es.

Así nació la primera alegación «in extremis» presentada en Cultura casi el último día de plazo y que relanzó la tremendista señora presidenta del Icomos con el abrigo de Doñarrosa, una artista en la acción arácnida, para retrasar año y medio una decisión ya tomada. Así surgió la otra alegación en Urbanismo, que ha estado guardada en un cajón catorce meses para salir a la palestra en el momento idóneo gracias a otro discípulo de la política arácnida. La Gerencia pide ahora que se mida el impacto sobre la movilidad del itinerario cofrade justo cuando hay concejalías que ya han cerrado tras meses de trabajo la organización de la carrera oficial -alguna bajo los designios de IU- . Un sinsentido con todo el sentido del mundo, claro. Una puerta giratoria.