LA CERA QUE ARDE

La pista

El Aeropuerto es ahora más funcional, pero Córdoba no es mejor para lo esencial, que es darle curro a la pista

Rafael González

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Si los años vienen ya marcados por el vestido de la señorita Pedroche, la llegada de un nuevo año cordobés aterriza con una pista ampliada en el aeropuerto, lo cual, a leer la noticia, nos produce el efecto contrario al del paso del tiempo y la caída de las hojas del calendario: parece 1996. O 2001. O incluso 2013.

Ya hemos hablado del efecto marmota en la tierra de Julio Romero. No voy a tirar por ahí porque estaría cayendo en el mismo efecto aeropuerto que nos recuerda a la película de «Atrapado en el tiempo» y también a uno le gusta hablar o escribir de otras cosas. Pero es que a veces no hay otras cosas, solo la pista del aeropuerto y los futuros vuelos comerciales. Voy a ser original y diré que este es un asunto que no acaba de despegar — ole yo—- pero es que no se me ocurre mejor expresión para el tema que ha ocupado las páginas finales del pasado año y ha inaugurado el nuevo.

Me dicen que la directora de las instalaciones aeroportuarias está realizando una labor magnífica y no seré yo, válgame Dios, quien ponga en duda su trabajo. Mi resquemor proviene más bien de los años que llevo aquí viviendo y pendiente de la actualidad y los chusneos. He dado varias veces esa noticia antes de ser padre, y he dirigido tertulias al respecto. Ahora que mis hijos están adolescentes y no les interesa la Cabalgata una higa, vuelve a aparecer la noticia. Mis hijos no se han transformado en seres hormonados inutilmente, quiero pensar. Si han crecido es para encontrarse un aeropuerto mejor o irse al de Málaga, que es el verdadero aeropuerto de muchos cordobeses junto con el de Sevilla. Y seguramente ahora el aeropuerto cordobita sea más funcional con una pista más amplia libre de perolistas y cuñados (eso esperamos) pero Córdoba no es mejor para lo esencial, que es darle curro a la pista. Si tenemos en cuenta que vivimos en una ciudad donde la hostelería está en proceso de guerra civil, el ayuntamiento persigue a la hostelería, la hostelería se bifurca, el turismo crece a pesar de los gurús oficiales del sector, y el mayor hito cultural del Centro de Arte Contemporáneo ha sido un algo de Yoko Ono, no tenemos motivos para ser optimistas. Nadie coge un avión para venir a ver un happening de Yoko Ono.

Además tenemos varias paradas de AVE, lo que nos hace entrar en el libro Guinness de los récords en cuanto a paradas de AVE se refiere y una clara competencia de transporte de viajeros. De hecho es más probable que si se reivindica una parada de AVE en el aeropuerto nos la coloquen antes que aquí alguien se ponga de acuerdo para traer a Ryanair o Vueling.

Somos así. Nuestro progreso es reiterativo. Bienvenida la pista ampliada. Tiene ello la ventaja de que así cabemos más cuando decidamos salir volando hacia lugares donde las hemerotecas no sean las que verdaderamente dictan la actualidad.

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