Perdonen las molestias

Reguetón

Quien merece una querella criminal, estimados contribuyentes, es esta música y sus nefastas consecuencias

Un estudiante muestra su pies en un balcón durante el confinamiento en Palma del Mallorca EFE
Aristóteles Moreno

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Los que nos educamos en la era del rock progresivo ya sabíamos que el reguetón no podía traer nada bueno. Lo venimos advirtiendo desde hace dos o tres décadas sin que nadie nos haga ni puñetero caso, tal como acabamos de comprobar en este macrobrote perfectamente previsible de Palma de Mallorca . Con los Stones no pasaban estas cosas. Pasaban otras. Vale. Mick Jagger se contorneaba en el escenario con esa voz arrebatadora mientras la muchachada imaginaba mundos ingrávidos de vino y rosas.

Eran otros tiempos. No nos cabe la menor duda. Entonces los cuerpos se juntaban en aquella liturgia colectiva que nos elevaba medio metro por encima de la realidad. Tirando por lo bajo. Todavía recuerdo la tormenta eléctrica que se desató sobre nuestras cabezas en el Vicente Calderón el mismo instante en que Keith Richard disparaba sus «riffs» diabólicos aquel 7 de julio de averigüe usted qué año.

Eran tiempos peligrosos. De acuerdo. Aunque nada comparable con los riesgos de la monserga machacona del reguetón . Hoy te metes en un concierto de esta matraca insufrible y lo menos que te puede ocurrir es que te contagies de coronavirus . A los hechos nos remitimos. 1.193 jóvenes contaminados, diez comunidades autónomas afectadas y 4.796 individuos en cuarentena. Entre ellos, 184 de Córdoba , siempre en la pomada.

Los padres de algunos chicos y chicas van a denunciar al Gobierno balear por retención ilegal y vulneración de derechos fundamentales. Yerran el tiro. No es que no sea discutible que el confinamiento forzoso de los chavales ande escasito de base jurídica tras la supresión del estado de alarma . Que tal vez. Y tampoco vamos a cuestionar aquí la pertinencia o no de mandar a miles de adolescentes a la isla del desenfreno en medio del repunte de la pandemia y la irrupción de la variante delta. Que oiga.

Pero quien merece una querella criminal, estimados contribuyentes, es el reguetón propiamente dicho y sus nefastas consecuencias para la educación cultural de nuestros púberes. Solo hay que observar el frívolo y hortera universo que se extiende bajo nuestros pies para comprender que hay que segar la cizaña desde su raíz. Así que advertidos están.

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