Entrevista

Olga Merino, escritora y periodista | «El Putin de ahora no se etendería sin la humillación del colapso de la URSS»

En ‘Cinco inviernos’ rescata los diarios en que está su vida como corresponsal en la Rusia de los años 90

Olga Merino antes de la presentación del libro VALERIO MERINO
Luis Miranda

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Olga Merino (Barcelona, 1965) llegó en diciembre de 1992 a Moscú como corresponsal de ‘El Periódico ’ en Rusia . En sus diarios anotó su vida profesional y personal en los años en que la Unión Soviética acababa de derrumbarse y también sus cuitas de mujer con vocación de escritora. Ahora los ha reunido, con reflexiones del presente, en ‘Cinco inviernos’ , un libro publicado por la editorial Alfaguara que ayer presentó en Córdoba .

En sus diarios mostraba su frustración por no poder escribir y, sin embargo, de allí ha sacado material literario al cabo del tiempo.

La vocación la tenía desde el principio. Yo elijo el periodismo como forma de encarrilar una vocación que me nació muy temprana. Por desgracia, porque, como dice Truman Capote , vine con el don o la vocación, pero también con el látigo para fustigarme. Me costó mucho, pero quizá la publicación de la última novela, ‘La forastera’, justo antes de la pandemia, como tuvo buena acogida por parte del público y la crítica, sí que me dio permiso para decir que podía airear esas libretas que son como la caja negra de una vocación. A mí siempre me ha gustado mucho leer diarios de escritores, porque creo que se aprende muchísimo sobre el proceso, sobre la vida, porque tienen una mirada particular. No me habría atrevido antes, y me ha costado reconocerme escritora, aunque es una vocación letal .

«Para bien o para mal, todo lo que sucede tiene un correlato con los libros. Veo el mundo a través de lo que he leído»

¿Cuándo se dio cuenta de que el material se podía publicar?

Siempre los tuve ahí, y era consciente de que había un material muy interesante, sobre todo por la época que me tocó vivir. No sabía qué forma iba a darle, si iba a ser un ensayo cultural, pero vi que había mucha vida, mucho deseo y que sonaban a verdad . Fue justo cuando estuvimos confinados que desempolvé las libretas y empecé a trabajar sobre ellas. Pensé dejarlas en crudo, pero no habría tenido mucho sentido sin la mirada de la que soy ahora, que mete cuchara de vez en cuando.

¿Cuánta edición tiene?

Lo de diario íntimo es un poco falacia, porque deja de serlo cuando lo publicas. Es verdad que me desnudo bastante y si he cortado un 15 %, por decir algo, es por no latismar a los demás o no hacer ajustes de cuentas. Mi intimidad es lo que menos he toqueteado.

En sus diarios hay una cita o libro para ilustrar casi cada cosa que le sucede. ¿La literatura sirve para explicar el mundo?

Para mí, sí. Para bien o para mal, todo lo que sucede tiene un correlato con los libros. Veo el mundo a través de los libros, de lo que he leído. Son experiencia humana destilada, a mí me ayudan a vivir, no me concebiría sin leer. Empiezas a escribir porque quieres emular lo que has leído y te ha hecho vibrar.

Su expresión literaria es desnuda, sin adjetivos. ¿Es algo que le sale o lo consigue mediante la depuración?

A lo mejor en otras novelas, como en ‘La forastera ’, que retrata el mundo rural andaluz, sí hay una voluntad explícita de estilo y un léxico especial, y una voluntad de construir metáforas y analogías. Aquí es más escritura en el hueso, quizá por el presente de indicativo. He sido bastante fiel en respetar la forma literaria del dietario, más apegado a la inmediatez , que no a la voluntad de estilo. Pero sí, es verdad: voy a lo directo, no soy ampulosa .

Cambios en el periodismo

En su libro se ven los cambios en el periodismo. Usted tenía problemas para transmitir y muchas veces dictaba las crónicas. Ahora internet ayuda mucho. ¿Ha cambiado la profesión para bien en estos años de desarrollo de la red?

La ha transformado totalmente. En todas las épocas ha habido dificultades. Ahora picas en Google ‘Gorbachov’ y te salen tres palmos de biografía. Antes era a base de memoria y carpetitas con recortes. Ha cambiado mucho el ejercicio de la profesión; creo que estamos entonando el canto del cisne, y es tristísimo, porque es necesaria como nunca. A los chavales jóvenes se les pagan sueldos de miseria y tienen que escribir la crónica, hacer la foto y titular para ganar clics. Eso no es periodismo: es espectáculo o entretenimiento. Y luego se está prejubilando a gente entre 55 y 60 años que está en la flor de sus capacidades intelectuales. Es cuando ha leído, ha analizado, ha escrito, te puede hacer correlato de lo que pasó antes. Todo eso lo vamos perdiendo por el desagüe. Soy poco dada a la conspiranoia , pero a veces parece un proceso diseñado desde laboratorio para eliminar lo que es, lo que era el cuarto poder. Todos aquellos principios de contrastar y verificar, la verdad, se está perdiendo. Me produce tristeza y preocupación.

¿En aquellos años estaba el germen de la Rusia actual de Putin?¿Vio venir lo que podía pasar?

Verlo como en una bola de cristal, no, pero visto en perspectiva sí es verdad que el Putin de ahora no se entendería sin la humillación que supuso el colapso de la URSS . Putin quiere devolver a Rusia el aura de gran potencia que fue. Fueron años muy duros y hubo sufrimiento. Se creyó que por aplicar recetas macroeconómicas y que habían funcionado en la órbita occidental habría un capitalismo modélico y una democracia prístina. Y no, claro. Putin ha devuelto la autoestima y también pegó el puñetazo en la mesa y acabó con el caos de los años 90, cuando íbamos a asesinato diario. Cuando yo llegué, la hiperinflación estaba en el 2.500 por cien, los ahorros de toda una vida hechos añicos. Puso orden. El ruso teme mucho a la anarquía, y a pesar de todos los desmanes de Putin , ha dado al menos estabilidad para su mercado interno.

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