RUTAS

Medina Azahara también vive de noche en Córdoba

Cincuenta personas estrenan las visitas al yacimiento tras la nueva iluminación

Los visitantes escuchan a la guía ante la portada de la casa de Ya'Far ÁLVARO CARMONA

LUIS MIRANDA

El autobús lleva a medio centenar de personas, que quizá sepan que están haciendo historia. Son los primeros visitantes nocturnos de Medina Azahara , si se descuenta a los políticos, representantes institucionales e invitados que la conocieron el 29 de septiembre. Los que ayer se bajaron los autobuses y se distribuyeron en grupos de 25 personas fueron los primeros en participar en las visitas nocturnas que son posibles desde que se estrenó la instalación costeada por la Fundación Sevillana Endesa y la Junta de Andalucía . No hubo que insistir mucho: si la Junta de Andalucía comunicó el pasado miércoles que ya se podían reservar sitios para una serie de visitas, la primera de las cuales sería 48 horas después, en pocas horas se agotaron las plazas.

Olivia , de la empresa ArtenCórdoba , es la guía asignada al grupo que baja en primer lugar, los primeros que mirarán Medina Azahara de noche. Todos son de Córdoba o de muy cerca, y todos han visitado antes el yacimiento arqueológico, e incluso tienen la posibilidad de demostrarlo al identificar después algunos elementos antes de que la guía se lo muestre. Salvo por el carácter nocturno, y porque los que llegan no han tenido la oportunidad de acceder al centro de visitantes , no es distinta de otra visita que se haga de día.

Intensidad

En la zona superior del recinto la penumbra es mayor, quizá por ser más abierta, y por eso se advierte de que el descenso no siempre es sencillo y de que el terreno a ratos puede ser irregular. Las luces no son, ni lo necesitan, las de la calle Gondomar o Cruz Conde, pero son suficientes en el momento en que comienza la ciudad propiamente dicha, cuando se cruzan las murallas y se avanza por las calles. «Ahora se ve como un laberinto al aire libre, pero antes casi todo estaba cubierto », dice, y hace reparar en las quicialeras que sostenían los goznes de las puertas interiores.

Se detiene en una de las letrinas mejor conservadas, que tiene iluminación propia, y explica las características de las viviendas principales para detenerse en el horno reconstruido, que sí está a contraluz. El termómetro marca 14 grados , son casi las ocho de la tarde, pero la sensación es menor. Los visitantes quedan impresionados con la premiada portada de la casa de Ya’Far y conocen allí que tuvo una puerta para protegerla y sobrecoger al visitante que visitaba a un reino mucho más poderoso. Cerca de allí queda un árbol de gran porte que de día sirve para protegerse del sol. Ahora pese al frío los visitantes escogen entre lo que se alza ante ellos y las estrellas nítidas en todo lo alto, invisibles a cinco kilómetros, en Córdoba.

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