Mirar y ver

Bibliotecas, bancos y rosas

Primavera plena de naranjos, durillos, árboles de Júpiter, jacarandas, moreras, acacias, altísimas palmeras, celindos y rosas

Estatua de Martínez Rücker en los Jardines de Agricultura de Córdoba VALERIO MERINO
María Amor Martín

María Amor Martín

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Paseo por los Jardines de la Agricultura y me asalta la infancia . El estanque de los patos, la comida de las palomas, el guarda uniformado con sombrero y chaqueta, que vigila de cerca nuestros juegos de niños, curiosos, muy curiosos, deseosos de descubrir la realidad sin importar nada más que ese momento intenso, entre olores a tierra mojada, flores y sonidos de agua y pájaros que se arrullan, en un universo acotado de libertad. Miro hacia arriba y saludo a Julio Romero y a su galgo Pacheco . Martínez Rücker entona ‘ Capricho andaluz’ , ante la mirada atenta de Mateo Inurria.

Me dirijo a los bancos de azulejos de la antigua biblioteca, abatidos más por el vandalismo y el abandono institucional que por el tiempo —arranques, roturas sin restaurar y hasta grafitis—. Los bancos son una joya y es incomprensible que no se remedie su situación. En ellos, las palabras de Séneca parecen escritas para hoy: «El miedo aconseja siempre mal», «Cuántas gentes mienten para engañar y cuántas otras porque han sido engañadas», cuyos «dichos atrevidos son los que circulan más prontamente y se repiten más».

Primavera plena de naranjos, durillos, árboles de Júpiter , jacarandas, moreras, acacias, altísimas palmeras, celindos y rosas. Contemplándolas, me pregunto cuándo volveremos a disfrutar de la imponente rosaleda, eliminada por las obras de la nueva biblioteca. Recuerdo que se dijo que su material genético se conserva en el vivero municipal para reproducirlas. Le pregunto a Rubén Darío , oculto en su columna de un parterre de los jardines. Está molesto. Él, que se movía entre «la obligación de las estrellas y la misión de las rosas», albergaba, como la princesa triste, «la vaga ilusión» de que las rosas permanecieran. Y se queja: «Ya no hay quien nos ofrezca/ las flores del cariño», «se mueren nuestras rosas». Estas flores guardan demasiados secretos para perderlas: los nombres de la rosa, su lenguaje, el tiempo que pasa, los amores ocultos, el disfrute de la juventud y la belleza, como si fuesen rosas de los vientos que guían o de Alejandría que curan. Lo que sí veremos pronto será la finalización de la biblioteca, y ya era hora. «Todo tiene su tiempo, como el trigo y las rosas», que dice Buesa , pero este está resultando demasiado largo.

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