Manolete, con la muleta
Manolete, con la muleta - ARCHIVO
TAUROMAQUIA

Manolete, un ídolo de masas

El diestro de Santa Marina se convirtió en un mito para una sociedad acostumbrada a vivir con la cabeza agachada

CÓRDOBA Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Manuel Laureano Rodríguez Sánchez, Manolete en los carteles, es uno de los nombres más importantes de la España del siglo XX, un héroe de la posguerra elevado a leyenda eterna del toreo, siempre recordado, más ahora que se cumplen cien años de su nacimiento y 70, en agosto, de su trágica muerte en Linares.

Su corta vida, de lo más novelesca, solo puede ser entendible en el contexto en el que se desarrolló, aquel marcado por el hambre y las penurias, el pesar y el dolor de una España herida y resignada a sufrir carencias.

Su propio semblante, de apariencia tristona, alicaída, casi enfermiza, su extrema languidez derivada de una dolencia hepática que arrastraba de nacimiento, fueron fiel reflejo de una época negra en la historia de España, de una sociedad acostumbrada a vivir con la cabeza agachada y necesitada de héroes a los que idolatrar para mitigar tanto sufrimiento.

Manolete con Carlos Arruza en México en 1944
Manolete con Carlos Arruza en México en 1944 - ARCHIVO

En 1939, recién acababa la guerra, toma la alternativa en Sevilla, meses más tarde la confirma en Madrid, y ya desde ese momento su carrera despegó hasta convertirse en el líder del escalafón durante las siguientes temporadas, con éxitos rotundos en numerosas plazas y ferias.

Especialmente sonadas fueron sus faenas al toro «Maganto», al que cortó las dos orejas, el rabo y las dos patas en Valencia, en 1942; o la del toro «Ratón», de Pinto Barreiros, en la Corrida de la Prensa de 1944 en Madrid, del que paseó también el doble trofeo.

Pero los últimos años de su vida estuvieron marcados por su romance con Lupe Sino, a la que ni su familia ni allegados aceptaban.

Eso amargó y descentró mucho a Manolete que, tras debutar en México en 1945, decide parar al año siguiente para regresar en el fatídico 1947 donde el miura «Islero» le acabaría matando en Linares, elevándose ya desde ese momento en leyenda inmortal de la historia del toreo.

Ver los comentarios