Libre Directo
Y reabrió ‘El Gallo’
Que no se cierren tabernas en Córdoba o, si se pierden, se recuperen, ayuda al alma de esta ciudad
Hace una semana Córdoba recuperaba , no ya de uno de sus lugares míticos, sino que apuntalaba una de sus señas de identidad y de esencia eterna: reabría la taberna El Gallo, cerrada en 2019 tras 86 años de existencia en la calle María Cristina. El nuevo local está a muy pocos metros del anterior , en la calle Claudio Marcelo (esa a la que los cordobeses nos empeñamos en llamar calle Nueva, indiferentes al nombre de nuestro fundador), mantiene los vinos de Bodegas el Gallo oloroso y amargoso , la carta con los inconfundibles fritos y hasta la decoración, el mobiliario y personal recuerdan al antiguo.
Que no se cierren tabernas en Córdoba o, si se pierden, se recuperen, ayuda al alma de esta ciudad. Las ciudades tienen alma y Córdoba, vaya si la tiene. No es por hacer bueno el dicho de ‘Córdoba ciudad bravía, que entre antiguas y tabernas tiene 300 tabernas y una sola librería’, sino por reivindicar la taberna como espacio cordobés de tertulia , de encuentro , de charla amable y confidente , de degustación serena de un buen Montilla-Moriles y, en El Gallo, de las imprescindibles gambas rebozadas o los boquerones en vinagre. Tabernas cordobesas con sus mostradores de mármol, sus muebles de madera de olivo y sillas de enea… y su camarero ‘simpático’. Hay muchas y muy buenas en Córdoba .
Me declaro tabernario , en la primera acepción de la RAE, «propio de la taberna o de las personas que la frecuentan», no con el sentido peyorativo que un mal perdedor, José Félix Tezanos, despreció a los votantes de Díaz Ayuso en las elecciones madrileñas del pasado mayo. Precisamente ella dio entonces una hermosa definición de tabernario: «Es todo aquel que decide que la vida sigue». Secular sabiduría, esencia de la taberna. Precisamente a un gran tabernario, nuestro inolvidable viñetista ‘Vic’ , le dedica ABC una exposición homenaje en el Teatro Cómico Principal que se inaugura mañana . Luego brindaremos en El Gallo, en Séneca, en Plateros, en El Abuelo, en Góngora o en El Pisto, porque la Fuenseca, Guzmán, las Beatillas y San Cristóbal nos pillan un poco lejos y caerán otro día. La vida sigue.
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