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Yo soy el propietario

Con el anteproyecto de Ley del Patrimonio Sánchez pretende mandar y ser el propietario. Cuidado. Existen antecedentes y se llama comunismo

La consejera de Cultura, el alcalde de Córdoba y representantes del Cabildo, en la Mezquita-Catedral de Córdoba V. Merino
Juan José Primo Jurado

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Yo soy el propietario. Eso es lo que nos viene a decir Pedro Sánchez con el anteproyecto de ley de Patrimonio que se ha conocido estos días y que busca recuperar para el Estado competencias que en materia de patrimonio histórico se fueron cediendo, constitucionalmente, a ayuntamientos y comunidades autónomas. En Andalucía, por ejemplo, la Mezquita-Catedral, propiedad de la Iglesia, el Alcázar de Sevilla, de gestión municipal, o la Alhambra , propiedad de la Junta, deberán constituir patronatos con mayoría de representantes del Gobierno central y, si se niegan, éste formará una comisión gestora dependiente de él.

Existe una gran diferencia entre mandar y ser el propietario. Fernando III reconquistó y mandó sobre Córdoba, pero no fue su dueño : repartió las propiedades entre la nobleza, las órdenes de Caballería, la iglesia y los hombres libres con los que repobló la ciudad. Franco fue un dictador, mandó mucho, pero no fue el dueño de las propiedades.

Ahora Sánchez pretende mandar y ser el propietario . Cuidado. Existen antecedentes y se llama comunismo: la dictadura que con bellos eslóganes eliminó la propiedad privada e hizo al Estado dueño de todo. Los resultados fueron el empobrecimiento absoluto y la pérdida de libertades en los países que lo sufrieron. Está en los libros de historia y lo sabe todo el mundo… menos, parece, España, donde el comunismo, más o menos camuflado, corre por las venas del Gobierno de Sánchez.

La amenaza del anteproyecto de ley de Patrimonio no se queda en la recentralización de competencias , que ya es grave y llevaría a la izquierda a poner el grito en el cielo si tan solo la hubiese insinuado la derecha, sino que atenta contra nuestras libertades. Se une en el tiempo con la aprobación sin consenso de la Ley de Seguridad Nacional , que prevé la expropiación de bienes a criterio gubernamental, la puesta de los ciudadanos a disposición del Gobierno, el silenciamiento de voces y críticas en los medios… en pos del objetivo final de controlar la Justicia.

¿Vamos camino de un totalitarismo? Es difícil que triunfe en la España democrática, pero será precisa la reacción de instituciones, partidos y sociedad civil.

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