Libre Directo

Las estatuas que nos faltan

En Córdoba faltan monumentos dedicados a personajes clave de su historia

Estatua de Averroes en Córdoba Rafael Carmona
Juan José Primo Jurado

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Córdoba, su historia, ha sido tan grande, tan gloriosa, que los cordobeses miramos al presente con escepticismo e indiferencia. Desde hace mucho tiempo resulta difícil seducir al cordobés. Quizás de ahí nazca la famosa frase de «Córdoba es madrastra para sus hijos y madre para los de fuera» , atribuida a Rafael Castejón. Puedo llegar a entenderlo, por el razonamiento primero, lo que no comprendo es cómo no hemos rendido en nuestra estatuaria urbana homenaje a los grandes personajes de esa historia.

Existen estatuas dedicadas a Séneca, a Osio, a Alhakén II, a Averroes, a Maimónides, al Gran Capitán , a Góngora, al duque Rivas, a Julio Romero de Torres y Manolete. Pero ninguno de ellos, siendo grandes protagonistas de nuestro pasado, son tan importantes como los cuatro que faltan: Claudio Marcelo, Abderramán I, Abderramán III y Fernando III el Santo.

Pocas ciudades tienen la suerte de remontar su historia a más de dos mil años y de saber cuál fue su fundador. Córdoba sí. El cónsul Claudio Marcelo la fundó hacia el 152 a. de C. Puede que la Córdoba romana le dedicase alguna estatua, luego perdida, porque lo que es la Córdoba posterior lo ignoró hasta nada menos que 2015. Desde entonces espera un espacio público para mostrarse.

Abderramán I, pionero de la dinastía Omeya en Córdoba , primer emir independiente y quien inició la construcción de la Mezquita-Aljama en el año 785; y Abderramán III, fundador del Califato de Córdoba en el año 929 y de Medina Azahara, nunca han tenido estatua.

Igual infortunio comparte Fernando III, el rey de Castilla y León, que no solo reconquistó Córdoba en 1236 , con una capitulación modélica, sino que le dio fuero de ciudad, la repobló y prácticamente la refundó con barrios e iglesias. Y a la calle que lleva su nombre nos empeñamos en llamarla calle de la Feria.

La estatuaria de una ciudad mira hacia dentro y hacia fuera. El reconocimiento de grandes personajes avala a sus habitantes y les sirve de ejemplo. Y de paso transmite una imagen positiva a los visitantes . Ciudades con menos nombres propios que Córdoba, han sabido reivindicarlos mejor. Ahí queda.

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