Desde mi rincón

Tonto, ¡es Navidad!

En los últimos años observo que, en entre pitos y flautas, estamos perdiendo nuestra propia identidad.

Iluminación navideña en la plaza de La Corredera VALERIO MERINO
José Luque

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UNA frase de origen popular dice que sobre gustos no hay nada escrito. Debemos respetar la libertad de cada cual para opinar sobre las cosas que percibimos a través de los sentidos. Con esa libertad y respetando opiniones diferentes voy a confesaros la sensación que me produjo el espectáculo de la inauguración de las luces de Navidad en Vigo , cuando su alcalde, en plena calle, separado de los ciudadanos, con micrófono en mano y a voz en grito, aseguraba que la estación espacial se había parado sobre la ciudad para admirar el árbol de Navidad más grande que el de Nueva York y la luz que desprenden los 11 millones de lámparas. Confieso que sentí vergüenza ajena.

El centro del espectáculo lo ocupaba el alcalde. Él era el protagonista. Su imaginación le hizo dirigirse a una ilusoria estación espacial para decirles que estaban viendo la ciudad de Vigo . Más que para los ciudadanos, todo en Vigo estaba hecho para enaltecer al alcalde. Resumo diciendo que la iluminación navideña de la ciudad de Vigo me parece propia de un cateto con ínfulas.

Es cierto que este tipo de derroche lumínico moviliza a muchos ciudadanos. Si además se acompaña de cacharritos de feria y canciones modernas con sonido estridente, la movilización es mucho mayor. Pero me pregunto, ¿qué se pretende conseguir en estas fechas? ¿Llenar las calles? ¿Atraer turistas al espectáculo de luz y sonido ? Yo pensaba, puede que equivocadamente, que el objetivo debe ser llevar a la ciudad la tradicional magia de la Navidad . Es decir, respetar esas costumbres que vienen de generaciones anteriores y que simbolizan nuestra identidad. Ya llegará el momento de Feria . Entonces, la bulla, el ruido y la calle del infierno serán el atractivo para propios y extraños.

Córdoba tiene unas tradiciones navideñas dignas de conservar. Valorarlas es la mejor manera de demostrar que amamos a Córdoba . Perderlas es perder nuestro futuro. En los últimos años observo que, en entre pitos y flautas, estamos perdiendo nuestra propia identidad .

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