Viernes de jubilado

Carmen en el Consejo de Estado

En Carmen Calvo siempre ha sido más importante la forma que el fondo, el color que el corte, la pose que el argumento...

Félix Bolaños se abraza a Carmen Calvo en el relevo de su cartera ministerial EFE
Javier Tafur

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Cursi hasta el final. Exhibicionista hasta el último momento. A brazo partido con Bolaños, en el acto de traspaso de cartera «más amoroso de la historia de la política», o más obsceno, o más ridículo, porque parecía que la vicepresidenta saliente fuera entrante y solo traspasase sus papeles o sus fluidos ministeriales a un joven becario que pasaba por allí.

En realidad, ¿a quién sustituye Bolaños, a Calvo o a Redondo, a ambos o a ninguno? Porque Oscar López no cuenta. Ya mostró su capacidad cuando anunció tres argumentos para votar socialista y solo encontró dos. Bolaños, aunque nada más llegar haya sido desautorizado por el Tribunal Constitucional en su diseño del Estado de Alarma , ha entrado en el Gobierno con un gesto de personalidad y acaso de sensatez. No se ha tragado sin más la ley estrella de Calvo.

La ha dejado para después y ha dicho que va a leerla, qué menos, y suponemos que a afinarla. Y es que la memoria que se pretende democrática puede que no sea histórica, ni siquiera memoria, puesto que olvida la reseña del conjunto de sucesos del pasado a que obliga la historia y merece la memoria, independientemente del juicio de valor político que el legislador quiera darles.

Cualquier ley en manos de Carmen Calvo incita a la preocupación y es como poco un riesgo académico . Bolaños es un laboralista del Banco de España, lo que no garantiza el acierto constitucional, pero indica que sabe derecho laboral al menos, o sea, que sabe derecho, cuestión que no está tan clara en el caso de Calvo. Así que Bolaños se habrá dejado tocar, abrazar, incluso zarandear, pero probablemente no tentar por la ex vicepresidenta.

En Carmen Calvo siempre ha sido más importante la forma que el fondo , el color que el corte, el título que la capacitación, la pose que el argumento, el descaro que la inteligencia. Por eso es alargada la sombra erótica en su memoria política. Sé que no es elegante recordar que hablaba por teléfono con los alcaldes en bragas, pero fue su propia confesión pública la que nos informó al respecto.

Yo creo que la cosa deviene de un complejo de provocadora que le acompaña desde jovencita. En el fondo se ha considerado siempre una mujer fatal e irresistible. De ahí su feminismo ‘avant la lettre’. Por eso dicen que tuvo un romance con un escolta, tema recurrente en la literatura y en el cine. Y aquí reside ahora que envejece su verdadero problema.

Por ello considero que su porvenir está necesariamente unido al Consejo de Estado y en concreto a la presidencia del mismo, no por el cargo en sí ni por la influencia que pueda mantener desde él, sino porque Fernández de la Vega, su antecesora, ha rejuvenecido notablemente en su ejercicio. Entran como momias y salen como para ponerles un piso. ¿Qué tendrá el Consejo de Estado que les devuelve la lozanía? Tal vez que las convierte de nuevo en mujeres objeto, aptas para ser halagadas una vez al año por el aconsejado.

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