Jaque al plan de choque en Córdoba

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero , está a cuatro minutos de echarse encima a buena parte del poder municipal, Partido Socialista incluido, si toma la decisión que ha comunicado en forma de globo sonda en reuniones, dicen los cronista de la Villa y Corte, con sus pares de las comunidades autónomas. La cosa es bastante sencilla. Los ayuntamientos y diputaciones tienen una pasta metida en el banco gracias al exministro Cristóbal Montoro que hizo lo posible por que recaudasen más y lo que humanamente tuvo en su mano para que gastasen lo menos posible.

En un panorama de administraciones endeudadas, resulta que la «dieta Montoro », una Dukan pero a lo bestia, consiguió que los municipios se quedaran para debutar en Las Ventas y las diputaciones, con una disipada relación entre recursos y obligaciones, fuesen directamente ricas. Solamente el disponible conjunto de las arcas municipales y provinciales de España se calcula en estos momentos en 28.000 millones. El Ayuntamiento de Córdoba generó sólo en 2019 un remanente de tesorería de 22,5 millones de euros limpios de polvo y paja. El de 2018 se cerró con, agárrense, 46.579.322 euros. Eso es lo que ha permitido que José María Bellido, entre otros alcaldes, esté aplicando una barra libre fiscal hasta tanto pase lo más agudo de la crisis sanitaria.

El plan Montero , que últimamente ha tomado el camino del riesgo, consiste en plantear el desarrollo de ciertos objetivos de gasto de forma que los ayuntamientos lleguen donde otras administraciones no puedan, cosa que parece razonable para que no se produzcan solapamientos de gasto público. La segunda parte pasa por establecer algún mecanismo de reparto de esos caudales públicos. Es decir, convertir ese dinero en parte de una caja estatal. Una idea contra la que el PP se ha rebelado abiertamente en la Federación Española de Municipios y Provincias, que tiene mosqueados a los representantes municipales del propio PSOE y contra la que no se han escuchado grandes protestas de Unidas Podemos , ahora que está en el Gobierno , a pesar de sus proclamas municipalistas de otra época.

Todas las ideas que están negociando en el plan de choque municipal de Córdoba están condicionadas a que la ministra se baje del burro jacobino. La diferencia es de dos a uno. Buena parte de los conceptos que se negocian en estos momentos en Capitulares para fomentar la economía tendrían que dejarse a la mitad (o eliminarse llegado el caso) si, al final, el Gobierno lleva a cabo sus planes amparándose en los poderes extraordinarios que consistirían en pasarse la autonomía municipal por oscuros recovecos. Lo que nunca se atraverían con las comunidades autónomas, particularmente las que ustedes se imaginan.

La cosa tiene su gracia porque el PSOE defendía hasta antes de ayer por la mañana descorchar la capacidad de gasto municipal dando independencia de criterio a los gobiernos municipales para que adoptasen políticas de inversión cercanas a las necesidades de su territorio. Llegados los malos momentos, todos los ministros de Hacienda llevan a un Cristóbal Montoro dentro. De hecho, todos ellos tienen la misma pulsión de considerar a los municipios como partes subalternas del Estado, los minutos de la basura de la acción pública. En este caso, como la hucha que se precisa para una Administración que no tiene recursos en su mano, a día de hoy, para hacer frente a las millonarias prestaciones sociales que se ha comprometido a pagar. Un mal mensaje, dicho sea de paso, para todos los intentos de autonomía y responsabilidad fiscal que, si en algún lugar habían prendido, había sido en los despachos de los alcaldes que, en el futuro y por si las moscas, se gastarán hasta el último céntimo antes de fin de año no vaya a ser que a alguien se le vaya la mano y decida meterle mano a los ahorros.