Baltasar López - PRIMERA PLANA

Córdoba, ¿Ciudad de servicios? Sí, claro

Pese a los complejos de algunos, reivindico, al hilo del boom hotelero, apostar fuerte por el sector terciario

Baltasar López
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La capital vive un boom hotelero con numerosos proyectos preparándose para hacer «check in» en un futuro próximo. Llegan invitados por el largo y fuerte auge del turismo. En el sector, unos aplauden porque ven necesarias más camas y otros alertan de que ya hay overbooking. Da igual quién tiene razón. Aquí hay unos empresarios que están en su derecho de arriesgar su dinero. Sus informes deben recoger que las cifras de viajeros o de rentabilidad de los hospedajes seguirán tan al alza como el Madrid de Zidane. Y media docena de ellos apostarán sus fondos básicamente a una jugada: el nicho de los cuatro y cinco estrellas o de los alojamientos con encanto (sin gran número de plazas), donde esperan a un cliente que busca una elevada calidad en el servicio y tiene poder adquisitivo para pagarla.

Ese visitante nos interesa mucho: hace que un buen puñado de euros vuelen de su bolsillo también a restaurantes, comercios o taxis.

En nada, los profetas del anticapitalismo predicarán el apocalipsis: «El milenarismo turístico va a llegar. Es el fin». No pueden admitir que el libre mercado es el menos malo de los sistemas. Por supuesto, necesita correcciones. A los hosteleros les corresponde hacerlas. Han de profesionalizar todo lo que puedan sus negocios; crear productos innovadores; fichar a los mejores —eso implica trabajo estable y adecuadamente remunerado— o, si sus beneficios se lo permiten, aterrizar en otras áreas de actividad distintas al turismo. Se trata de configurar un menú de actuaciones que les haga resistir mejor cuando las cifras de viajeros y pernoctaciones no sean tan jugosas.

Los empresarios tienen que ir acompañados en este viaje. Las Administraciones deberán redoblar su labor de promoción. Sería igual de bueno que dejaran de dispararse, y dispararnos, en un pie. La lista de revulsivos del sector heridos por el fuego amigo impresiona. Ahí va un ejemplo: la eterna paralización de la ampliación del Palacio de Congresos de la Junta.

Dejemos de suspirar por las chimeneas que no volverán y de idealizar nuestro pasado fabril. Ni que hubiéramos tenido la industria de mi Bilbao natal. Por cierto, el «Botxo» supo con éxito reconvertirse, con apoyo de todas las instituciones públicas, de una urbe de fábricas a una de servicios y está orgullosa de ello. Pero aquí seguimos acomplejados entre los que sólo ven en esta área de actividad una factoría de empleo volátil y precario y los políticos que lo flipan igualando nuestra presión turística con la que soportan Barcelona y Venecia. Apostar fuerte por el sector terciario es una buena opción para la economía local —evitando el monocultivo—, sumándole mucha calidad e innovación o más apoyo institucional. Sería una forma de crear trabajos más estables y mejor remunerados. Por ello, cuando alguien vuelva a soltar el despectivo: «Córdoba, ¿ciudad de servicios?», replicaré: «Sí, claro. ¿Qué pasa?».

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