Opinión

El caso concreto

El gobierno municipal ha pasado de prometer la paz mundial a permitir que se aparque de gorra en el hospital. Aparcados los designios de cambiar el mundo, entramos en la fase probable

Pedro García e Isabel Ambrosio en una rueda de prensa VALERIO MERINO

Rafael Ruiz

El gobierno municipal al que le quedan meses de vida -va una caña en el Correo a que Sánchez se la juega en primavera- parece haber entregado la cuchara en la carpeta de grandes asuntos para haberse dedicado al mercado domiciliario de las cosas que puede controlar. Por fin nos vamos entendiendo. Nada de cerrar Cosmos por decreto ley de mi Perico , el teniente de alcalde de Urbanismo ha reconocido, al fin, que no se gobierna para todos, como bien han podido catar los que tienen a este equipo municipal enfilado. Ya no se quiere cambiar el PGOU hasta dejarlo irreconocible y solo se plantea el pego que le han vendido a IU de los apartamentos turísticos , que no va a servir de gran cosa. Ni siquiera el plan social de la alcaldesa, aquel que iba a ser de las personas y las sonrisas, puede ofrecer grandes resultados. Las cosas siguen pasando porque la institución municipal, amiguitos, llega donde llega.

El tiempo ha empezado a correr y en el Ayuntamiento se están empezando a poner prácticos. De prometer la Mezquita pública , ahora está sobre la mesa la renegociación de la visita nocturna que es como reconocer de facto la propiedad eclesiástica, en fino alarde del sacerdocio local, que suele tirar con bala. Del informe famoso de la comisión nunca se supo casi por el efecto del que pudiera ser candidato de Podemos o Adelante Andalucía en los próximos comicios. Tampoco en el PSOE están dispuestos a dar demasiados cuartos al pregonero no vaya a ser que le monten gratis la campaña. Y aquellos polvos de la memoria histórica han quedado, al parecer, en poca cosa. El larguísimo procedimiento puesto en marcha deja la retirada del azulejo de Cruz Conde como gran aportación de la municipalidad antes de las elecciones locales. Tampoco vamos a herniarnos.

Vamos a poner las cosas claras. Tal y como están los números, al PSOE se le han puesto las elecciones de cara. Con o sin Tezanos en el CIS, los datos son los siguientes: los socialistas están recuperando posiciones en las medias y grandes urbes. Específicamente, entre los asalariados, los autónomos y los pequeños empresarios. El famoso voto prestado del PP . Corre a favor de este hecho que el presidente del Gobierno no ha tomado aún ninguna de las decisiones prácticas que tiene en cartera. El incremento fiscal en ciernes, y no digamos si cumple su promesa de darle caña al diésel o a las cuotas de los cuentapropistas, hará que alguna gente se lo piense. Pero la desnudez del PSOE en la ciudad de Córdoba se ve ahora acompañada ante un partido andaluz que sigue sin nadie que le tosa, con un PP en estado de recomposición, una dirección de Ciudadanos que sigue con la cabeza en Babia y una izquierda más preocupada en darse de leches que en construir algo coherente pese a las banderías. Ambrosio se va a presentar a las elecciones con el plus del poder por triplicado por muchos ardores que en un ala de su partido ello le genere. Si no da el golpe, ahora que puede, es que la asesoran peor de lo que parece. Cuando puede tener cierto respaldo en Madrid, la economía todavía no se cae del todo y sus socios están dedicados a sus cositas.

Acaso por ahí vayan los tiros. El PSOE sabe que, si aprovechan el viento de las velas, puede presentarse en mayo de 2019 con serias posibilidades de no tener que depender de carambolas y buscarse activos más cómodos para una futura coalición. Y tampoco es cuestión de buscar problemas donde no los hay. A poco que nadie meta la mano en la caja, cosa que nunca conviene descartar, y no se tomen decisiones muy equivocadas, Ambrosio tiene la opción de aprovechar lo mejor que haya hecho IU, lo vendible que Ganemos aportó al acuerdo de gobierno y salir con un acuerdo más moderado con el naranjismo local.

Para eso hay que cambiar el tono y la agenda que es precisamente lo que está ocurriendo. El mejor gobierno municipal es el que, a fuer de no equivocarse, no decide. Y si hay que guiñar un ojo y dejar aparcar gratis en el Reina Sofía -después de haber aplaudido la operación inmobiliaria que montó la Consejería de Salud -, pues se hace. Que pelillos a la mar.

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