Cultura

Capitalidad Cultural 2016 | Diez años del día en que Córdoba recibió el 'no' más doloroso

El 28 de junio se cumplen 10 años del nombramiento de San Sebastián como Capital Cultural Europea 2016 tras una década de esfuerzos de la sociedad cordobesa

Un joven se lamenta en Las Tendillas el 28 de junio de 2011 tras conocer la decisión Rafael Carmona
Rafa Verdú

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Fue una imagen icónica de la Córdoba del siglo XXI : los cordobeses abarrotaron el Puente Romano en una mañana de primavera de 2011. Casi todos ellos vestían de azul, el color que representaba la candidatura de la ciudad a ser Capital Europea de la Cultura cinco años después. Una marea en la que se calcula que participaron 10.000 personas. Una catarsis colectiva. Más que una imagen, esa fotografía es un símbolo: el de toda una ciudad despierta y unida por un mismo objetivo.

La manifestación en apoyo de la Capitalidad del 20 de marzo de 2011 transita por el Puente Romano Valerio Merino

Aquella toma contrasta con la que abre este reportaje, captada por Rafael Carmona el 28 de junio de 2011, hace hoy justo una década. En ella, un solitario y abatido joven se lamenta al conocer el final de aquella historia . Lleva una capa azul de la Capitalidad, el mismo ropaje que viste la estatua del Gran Capitan en las Tendillas; detrás, un cartel reza «Gracias Córdoba». De nada. En eso quedó el sueño.

Se cumplen hoy 10 años de un «no» muy doloroso para la ciudad. la comisión que tenía que decidir sobre la capital europea de la cultura para el año 2016, un galardón que era mucho más que un simple título -venía regado de millones-, decidió que el premio se lo quedara San Sebastián.

Córdoba era una de las favoritas para alzarse con el título, si no la que más. Había demostrado una implicación e interés de la sociedad civil que no se ha vuelto a ver después y pocas veces antes. Quizás la Base Logística del Ejército haya conseguido unir a la ciudad de un modo similar. A diferencia de lo ocurrido con la Capitalidad, que levantó muchas expectativas, el proyecto militar fue anunciado cuando ya estaba concedido. No hubo competencia en público para que luego no hubiera lágrimas. Por si acaso.

La competencia

La Capitalidad Cultural Europea de 2016 atrajo a varias ciudades españolas, pero a la final sólo llegaron cuatro. Junto a la gran perdedora - Córdoba - y la ganadora - San Sebastián -, estaban también Burgos y Las Palmas de Gran Canaria . Todas tenían opciones.

Manfred Gaulhofer , el presidente del comité de selección, pronunció aquella tarde el nombre de la capital vasca. Las delegaciones de las distintas ciudades se habían desplazado a Madrid para escuchar el veredicto, casi como cuando se anuncia una capital olímpica. Los enviados donostiarras, situados justo detrás de la representación cordobesa, celebraron la decisión por todo lo alto.

Momento en que Gaulhofer anuncia la ciudad ganadora. En pie, la delegación donostiarra; delante, sentados, los representantes de Córdoba con José Antonio Nieto en el centro Valerio Merino

El alcalde de entonces, José Antonio Nieto (PP), no ocultó su disgusto. Tampoco se escondieron otros alcaldes, ya que la elección de San Sebastián se interpretó como una cuestión política en vez de cultural. Bildu tenía la alcaldía donostiarra y la decisión de la UE se interpretó como un gesto por la paz. «La política influyó mucho», resumió Nieto entonces.

El jurado se mostró «emocionado» por el esfuerzo que había realizado San Sebastián para «superar su historia de violencia». La coalición soberanista Bildu acababa de llegar a la alcadía en las elecciones de un mes antes , tras una década de gobierno del socialista Odón Elorza. Los independientes no habían mostrado demasiado interés por la Capitalidad, pero la candidatura había sido gestionada y desarrollada por el PSOE. Lo cierto es que su proyecto era, como poco, tan sólido como el de Córdoba.

El jarro de agua fría supuso la pérdida de decenas de millones de euros previstos en inversiones para proyectos culturales. Las cifras que se barajaban eran mareantes: 28,5 millones de capital privado más unos 80 de aportación pública , de los que 33 corresponderían al Ayuntamiento de Córdoba.

A cambio, sólo en los ingresos por visitantes se esperaba recaudar unos 200 millones de euros y se calculaba que las pernoctaciones aumentarían en torno a un 15 por ciento. Todo aquel capital se quedó en el camino en la tarde del 28 de junio de 2011.

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