PASIÓN EN CÓRDOBA

San Rafael, el Sagrado Corazón y la Virgen de los Dolores ponen a Córdoba en el espejo de su fe

La procesión jubilar deja estampas históricas con las grandes devociones de la ciudad

La Virgen de los Dolores avanza por la calle San Fernando, en el cierre de la procesión jubilar de Córdoba Valerio Merino
Luis Miranda

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Lo que se ha vivido en Córdoba en la tarde y en la noche del 30 de junio de 2019 sólo sería posible en la ciudad. Podrá haber cosas que se exporten, pero también existe una parte intransferible, una entraña única. Es lo que ha convocado el Sagrado Corazón de Jesús con la procesión en la que han participado San Rafael y Nuestra Señora de los Dolores , en recuerdo de aquella otra de 1929, por la inauguración del monumento y la consagración de la ciudad.

Nació la gran procesión a las siete de la tarde, con todo el sentido teológico por el Sagrado Corazón de Jesús , porque con Dios empezaba todo. Cantaban los suyos en San Hipólito «Cantemos al amor de los Amores», y había algún viva, y cuando se dirigía por Gran Capitán, al paso ligero de las ruedas, hacia Gondomar, casi estaba ya saliendo San Rafael. Era todo un monumento en movimiento y en majestad.

San Rafael, Custodio de Córdoba, por la calle Capitulares Valerio Merino

Quien tenía que salir de San Andrés no llevaba artículos delante. Ni «el» ni «un». Habrá el San Rafael del Puente o del Triunfo, pero este era San Rafael, sin artículo y sin apellidos. El de los azulejos, de las estampas y de las lápidas de los cementerios. Y quizá pase desapercibido a veces, pero la imagen de Alonso Gómez de Sandoval responde a un canon clásico, que lo hace rebosante de belleza y proporciones .

Era San Rafael, y San Rafael de Córdoba, con el juramento , y también con reliquias martiriales de San Eulogio y Santa Leocricia , y con algo de una hermosura de todas las culturas y todos los tiempos. La música tan cordobesa de la Esperanza acompasaba su andar sobre un paso que parecía hecho para la imagen.

Así que había que buscar a la Virgen, en una tarde que tenía algo del declinar del Viernes Santo . Y sí, eran las mismas lágrimas, y las mismas manos que hablan, pero Nuestra Señora de los Dolores llegaba distinta. El manto azul de las palomas y la saya roja de alguna la forma la cambian, como si fuerna menos una forma de vestir que una modificación sutil de la iconografía.

El Sagrado Corazón de Jesús, a su llegada al Patio de los Naranjos Valerio Merino

Y si Córdoba se había sacado a la calle a sí misma en ese día, tenía que hacerlo con su Madre , con el perfil que sólo puede ser suyo y con el canon que no se puede traspasar, con aquello en lo que no cabe innovación. Qué palidez deslumbrante al lado del azul excepcional de las tardes que se tienen que guardar en la memoria. Y no lo creían quienes pensaban que no podía haber paraíso más bello que caminar por su lado.

Cuando pasó ante el Ayuntamiento, el alcalde de Córdoba, José María Bellido , que junto a otros concejales había esperado allí, se sumó a la presidencia y la procesión ya era única con las tres imágenes. No podían llegar a otro lugar que a la Catedral, donde las cofradías ganaron el Jubileo y donde esas devociones hondas que no son de ningún lugar llegaron a un sitio que tampoco se puede traspasar ni imitar.

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