San Juan Pablo II, el Papa más rociero

El 14 de junio de 1993 la aldea almonteña y la ermita de la Virgen del Rocío recibieron una visita de excepción. Se trató del Papa Juan Pablo II (San Juan Pablo II desde su beatificación en 2014), una visita histórica de la que en 2018 se cumple su 25 aniversario y que dejó estampas y momentos para el recuerdo. Desde aquel momento, Karol Wojtyla ha sido conocido como «el Papa rociero».

En aquella jornada histórica, el pontífice pisó las arenas del Rocío tras viajar en helicóptero , donde fue recibido entre los aplausos y los vítores de cientos de personas que no quisieron perderse este momento. A las puertas de la ermita fue recibido por el capellán del mismo, el alcalde de Almonte y el hermano mayor de la hermandad Matriz de Almonte. Posteriormente, pasó a orar antes la imagen de la Blanca Paloma.

Las diferentes hermandades filiales de la época, entre las que se encontraba Córdoba, estuvieron presentes con su Simpecado (tal y como se puede apreciar en el vídeo). Un momento histórico donde el Papa dio su bendición a cada una de estas hermandades antes de asomarse a un balcón (especialmente preparado para la ocasión) desde donde se dirigió a todos fieles y rocieros allí congregados. Fue durante ese discurso donde el Papa dijo una de las expresiones que pasaron a la historia de este acontecimiento: «¡Qué todo el mundo sea rociero!».

Por esta razón la hermandad del Rocío de Córdoba cuenta desde hace algunos años con unas reliquias en primer grado de San Juan Pablo II. Unas reliquias que fueron entregadas a la corporación rociera en 2013 gracias a la medición del obispo de Córdoba, Demetrio Fernández , con motivo del año del Rocío de la Fe. Además se da el caso de que la hermandad cordobesa es la única de las hermandades filiales que cuenta con unas reliquias de este tipo.