La Cuaresma en ABC

El patero del domingo | 'El menos malo', por Luis Miranda

Hablan mal de los demás porque no están seguros para competir en igualdad

Cirios al cuadril en una fila nazarena Raúl Díaz
Luis Miranda

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Nadie recuerda los partidos de la primera ronda de los grandes torneos en que Rafael Nadal liquida en tres sets a un tenista que apenas empieza o que no ha podido subir del número ciento y pico en la lista de la ATP. Los aficionados, y desde que está Nadal eso es media España, sí que se acuerdan de alguna semifinal durísima contra Djokovic en Roland Garros, del sufrimiento ante el correoso Juan Martín del Potro y sobre todo de la final de Wimbledon en 2008, cuando ganó a Roger Federer en el que se ha considerado el mejor partido de la historia.

Si en el deporte la victoria es mayor cuando el rival que está enfrente es formidable y uno gana después de superarse a sí mismo y siempre con sus propios méritos, en las cofradías muchos insisten en imponerse sólo por la incompetencia del que está enfrente . El que pertenece a una cofradía puede hablar tan mal de otra que está en la misma jornada que el que lo escuche llegará a la conclusión de que tiene que ver la de su interlocutor por puro descarte , por ser lo único decente, y no porque en ella haya algo que merezca la pena. Por ver moverse algo en la calle, en resumen, ya que lo otro parece ser un desastre.

Del martillo o del lápiz , de la gubia o de la corneta, siempre habrá quien despelleje la obra del rival y el que contrate al crítico lo hará con la sensación de que al final se queda con lo menos malo : un pobre diablo que no ha conseguido destacar por sí mismo y al que sólo escuchan porque los demás son muchísimo peores que él.

Lo más probable es que haya algo de verdad retorcida en lo que dicen: hablan mal de los demás porque tampoco están seguros de sí mismos como para competir en igualdad. Tendrán sus seguidores incondicionales que malamente serán capaces de curarles los trastornos del sufrimiento de pensar que el rival los puede superar, y nadie les dirá que serán mejores si sus contrarios les obligan a superarse. De mí sé decir que soy capaz de apreciar ‘Silencio blanco’ y ‘Réquiem’, y que muchas veces escojo a una cofradía en la calle y puedo disfrutar con ella y sin embargo, al vover a casa rumiando lo que he sentido, me acuerdo de las hermandades que tuve que dejar atrás .

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