Semana Santa Jerez 2024

Juan Granados: «Le he cantado una saeta hasta al Santísimo»

El cantaor jerezano reside en Alemania, desde donde vive la pasión cofrade todo el año

Juan Granados Calle 'El Tomate', saetero. la voz

Miguel Guerrero

Jerez

Juan Granados Calle 'El Tomate' es un reconocido artista flamenco y saetero de Jerez de la Frontera. Cofrade de varias hermandades, lleva viviendo en Alemania desde hace doce años por motivos laborales. Desde allí, vive su pasión, las cofradías, durante todo el año, quemando incienso y poniendo marchas habitualmente: «yo soy cofrade los 365 días del año. Estoy en Alemania, pero si mi hermandad me necesita, desde allí organizo eventos, colaboro o incluso bajo si hace falta».

De hecho, suele bajar varias veces al año a su tierra natal. En Semana Santa no suele fallar. «Llegando la Cuaresma y la Semana Santa le canto hasta a un ceda el paso. Me encanta». Ya un año no pudo viajar a Jerez durante su Semana Mayor por estar de gira y reconoce que aquel año lo pasó realmente mal: «decidí que en Semana Santa, mientras que pueda, tengo que bajar», por lo que asegura tratar de no aceptar contratos en los días Santos.

Normalmente, aterriza en tierras albarizas el Viernes de Dolores. No obstante, este año se ha adelantado una semana para poder participar cantando una saeta en el pregón de la Semana Santa de Chipiona, que corrió a cargo de su amigo Miguel Ángel Moreno. El mismo día del pregón, llegó a Jerez y antes de partir hacia Chipiona, cantó varias saetas en los distintos besamanos de la ciudad en señal de «agradecimiento a Dios».

Se dice que quien reza cantando reza dos veces. Es el caso de los saeteros y, en particular, del entrevistado, quien a la hora de cantar afirma centrarse «solo en la imagen» y que canta «con devoción y verdad». No busca el aplauso del público -aunque su arte lleve a ello-, sino rezar.

Granados es un cristiano de fe profunda para el que la Semana Santa, más allá de todas las aristas –social, económica, artística…-, carecería de sentido si Dios no está en el centro. «La fe me ayuda bastante, es mi manto para lo bueno y lo malo». De hecho, a través de la saeta, este cantaor realiza sus peticiones y agradecimientos a Dios. «La saeta es el rezo popular en las calles, pero también en el interior de las iglesias. Le he cantado una saeta hasta al Santísimo, porque es mi manera de transmitir. En esos dos minutitos, hablo directamente con el Señor. En la bendición del Soberano Poder, canté una saeta y el Obispo Rafael Bellido Caro me pidió que cantara una segunda».

El gran tesoro de Jerez

Jerez de la Frontera es la cuna del flamenco. Sus calles han parido a los más grandes artistas, y en ellas se sigue manteniendo la esencia del cante flamenco durante la Semana Santa. «Jerez es particular por muchas cosas, también por la saeta por seguiriyas, una saeta que es corta y que es muy respetada por el público», explica Granados.

Es, sin lugar a dudas, parte del acervo popular jerezano que enriquece su Semana Mayor. Parte de su encanto y fuerza reside en la complejidad a la hora de cantarla: «La saeta es un cante muy difícil. No hay ningún instrumento que te dé un tono. Con una guitarra, tienes una salida y te preparas; en la saeta, corres el riesgo de coger un tono muy bajo o muy alto. Es muy difícil».

Cantar en mitad del campo alemán

La saeta ha brindado a Juan Granados numerosos momentos y de todo tipo: emocionantes, sobre todo, pero también algunos anecdóticos. En el año 2020, en plena pandemia, las hermandades se buscaron la vida para tratar de llegar a sus hermanos. Numerosas corporaciones realizaron campañas comunicativas con vídeos incluidos. Entre ellas, Jesús Nazareno, y se quiso contar con él para cantar un par de saetas.

El entrevistado no se lo pensó dos veces al tratarse de ayudar a su hermandad. «Yo salí al campo de madrugada, dos o tres noches antes, que estaban ya montando el vídeo. Cogí mis dos estampas, del Nazareno y de la Virgen del Traspaso, mi rosario y una vela y me grabé cantando la saeta». Antes de comenzar con la segunda, la sirena de los policías irrumpió y la pareja le solicitaron que, por las horas, guardase silencio. A pesar de la dificultad del idioma, Granados se las ingenió para que los agentes le permitieran terminar con su cometido y grabar la segunda saeta. «Se esperaron, escucharon la segunda saeta y para que vieran que no había problemas, apagué mi vela y me fui. No paraba de reírme en el trayecto hasta mi casa, al igual que mis hermanos de Jesús Nazareno cuando se lo conté».

La fuerza de la saeta

Por parte de su madre, es hermano de la Candelaria y, por parte de su padre, del Cristo de la Expiración. Su padre, además del legado de ser del Cristo, le inculcó también desde pequeño la pasión por el flamenco que, años después, se convertiría en su profesión.

Con el paso de los años, se acabaría vinculando con más hermandades: Jesús Nazareno, la Sacramental de Santiago y Humildad y Paciencia. Ha sido costalero y ahora viste la túnica en casi todas ellas. En alguna no lo hará por un motivo muy especial: «conozco de hace muchos a una familia y, por desgracia, uno de ellos cuenta los meses. Me ha pedido este año que no faltara a su balcón para cantar saetas». Y aunque le hubiera gustado vestir la túnica, espera no hacerlo el año que viene tampoco porque «será señal de que esta persona sigue entre nosotros». Tal es la fuerza de este rezo cantado que escucharla puede ser de las últimas voluntades de los más devotos.

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