PORNOGRAFÍA INFANTIL

«La pornografía es la escuela para la violación»

La periodista mexicana Lydia Cacho, exiliada en España, alerta que los jóvenes van a tener muchas dificultades en el mundo afectivo si esta problemática no se para a tiempo

Lydia Cacho, periodista e investigadora mexicana exiliada en España. NACHO FRADE
Esther Macías

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La periodista Lydia Cacho da la voz de alarma sobre uno de los problemas más preocupantes de la sociedad: el acceso de los jóvenes a la pornografía. España es uno de los países de Europa con mayores índices de pornografía infantil, de pederastia y de abuso sexual infantil. Sin embargo, sigue sin ser centro de debate. Se mira hacia otro lado.

Lydia Cacho sacó a la luz una trama de pederastia y redes de trata en su país -México- donde nombró a senadores, gobernadores y políticos. Su valentía le llevó a múltiples juicios hasta sufrir el séptimo atentado de muerte, que finalmente le llevó a exiliarse en España, donde ha continuado ejerciendo su vocación como periodista e investigadora.

«Hemos logrado cambiar el nombre, antes le llamábamos pornografía infantil y ahora explotación sexual comercial de niños y niñas», comienza la investigadora para romper el hielo. Aunque eso sí, antes que nada recuerda que cuando hablamos de pornografía, hablamos de industria mundial manejada por mafias y grandes empresarios.

En cuanto a que España sea el país que consume más pornografía, Lydia Cacho señala que «esto no tiene que ver ya con el conservadurismo de aquí, tiene que ver con la manera en la que se habla de la sexualidad, el hipersexualizar a los jóvenes y las pocas herramientas que se les da».

La forma en la que un país trata a su niñez y juventud demuestra los avances y retrasos democráticos. «A las niñas se les dan muchas herramientas porque las feministas llevan muchos años trabajando en ello, pero a los niños los tienen abandonados porque los hombres no han hecho nada para trabajar con niños en temas de la sexualidad, del consentimiento», asevera la periodista.

Hombres entre 11 y 45 años, los grandes consumidores de la pornografía

Las consecuencias ya se están pagando. Estamos llegando al punto de normalizar las violaciones en manada. Pues ya hay comportamientos violentos y vejatorios que forman parte del deseo sexual de los jóvenes. No es casualidad que los grandes consumidores del porno sean hombres en edades entre 11 y 45 años. «La pornografía no es otra cosa que la escuela para la violación», ahonda Lydia Cacho.

Hay quienes defienden la pornografía como la libertad en su máximo esplendor. «En este tema -señala la investigadora- no hay discusión sobre libertad de expresión. Se trata de una fórmula industrial para convertir los cuerpos en objetos que están en venta. Y sobre todo, el eje de la pornografía es la violación».

La pornografía tiene su propia narrativa. Hasta el punto que la mujer se representa como la sumisa, la que obedece. «Ellas sienten que si no se someten a esas reglas narrativas del porno, son asexuales. Muchas de nosotras nos hemos resistido a interpretar el papel de la mujer prostituida en el ámbito del porno».

Pero, ¿y qué pasa con esos niños y niñas que no están siendo escuchados ante esta situación? ¿Estamos pagando que España esté, quizás, reprendida por no escuchar las necesidades de los jóvenes? Cacho en esta línea cree que hay una visión muy conservadora sobre los derechos de la niñez. Siendo lo mismo el color del partido político que gobierne. «Habría que cuántos diputados y diputadas están preocupándose por el tema. ¿Cuántos la consumen», cuestiona.

«Hay un altísimo consumo de porno entre las niñas y niños de entre 11 y 18 años, y no les interesa la pornografía adulta, quieren ver a personas de sus edades o cercanas a su edad. Si los adultos no hacen nada al respecto, no pueden echarle las culpas a los niños por este consumo», finaliza.

El miedo de ser violadas, el día a día de las chicas

Recientemente, Lydia Cacho ha publicado su primera investigación escrita íntegramente en España. Se titula 'Rebeldes y libres' y entrevista a casi cien chicas de entre 11 y 17 años para abordar el panorama generacional. Para la periodista no hay otro camino que el del feminismo.

En esta ruta literaria, la escritora destaca el mayor miedo que ha detectado en todas las chicas adolescentes: miedo de ser violadas. Preocupante cuando menos. «Tienen miedo en cualquier ámbito, desde lo escolar hasta lo social, y lo más importante, piensan en violaciones colectivas. Ya no individual», apunta.

El segundo miedo que comparten este centenar de chicas es no poder encontrar el amor. «Están tan hipersexualizadas. Todas sienten que las están empujando a un mundo en el que ellas se convierten en objetos sexuales».

«Las niñas españolas reclaman que las personas adultas y los medios de comunicación hablan sobre ellas, de ellas, pero no las escuchan -finaliza- no están dialogando con ellas, no las están entrevistando a ellas a menos que hayan sido víctimas de violencia de género. Llama mucho la atención que estas niñas estén todo el rato en las redes sociales y a la vez se sienten muy aislada. Paradojas».

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