Vista de los jardines del palacio Bosch Alvear, en el barrio porteño de Palermo
Vista de los jardines del palacio Bosch Alvear, en el barrio porteño de Palermo - ABC
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Un palacio argentino para los Obama

Durante su visita de dos días a Buenos Aires el presidente de Estados Unidos y su familia se hospedarán en la antigua residencia de una bisnieta del capitán español Diego de Alvear y Ponce de León

Madrid Actualizado: Guardar
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Corría el año 1910 y Buenos Aires era una fiesta. Argentina celebraba el centenario de su independencia con grandes fastos y una invitada de honor, la Infanta Isabel, tía de Alfonso XIII. En París, el abogado y diplomático Ernesto Bosch terminaba sus etapa como embajador argentino y preparaba su regreso al país sudamericano para ocupar la cartera de Exteriores bajo las órdenes del presidente Roque Sáenz Peña. Antes de partir, su mujer, Elisa de Alvear, que era bisnieta del capitán español Diego de Alvear y Ponce de León, tuvo la maravillosa idea de llevarse consigo un «trozo» de la ciudad de la luz.

El comedor, estilo Regencia, para 30 comensales
El comedor, estilo Regencia, para 30 comensales - ABC

El matrimonio Bosch Alvear contrató al arquitecto francés René Sergent para que levantara en Buenos Aires un palacio a imagen y semejanza del castillo de Bénouville, la residencia del marqués de Livry en Normandía.

El resultado: un capricho de 3.600 metros cuadrados, un homenaje al neoclasicismo que tanto furor causaba en la Belle Époque. El interiorista André Carlhian se encargó de decorar los salones con el mejor mobiliario estilo Luis XVI, convirtiendo la casa en un Pequeño Trianón versallesco en el corazón de la ciudad.

Hogar lejos de la Casa Blanca

El presidente norteamericano Hoover se enamoró de la propiedad durante su visita a Argentina, en 1928, y encargó a su embajador allí, Robert Woods Bliss, la difícil misión de convencer a los Bosch de que le vendieran la casa para convertirla en la residencia permanente de los embajadores de EE.UU. Las negociaciones se allanaron poco antes del «crash» de 1929. Los Bosch, como tantas otras familias de la aristocracia ganadera, ya sentían el parón económico del campo y presentían su propia extinción. Ese año vendieron su casa por 1,3 millones de dólares de la época.

Desde entonces, el edificio, ubicado en la coqueta Avenida del Libertador y frente a El Rosedal (la versión porteña del Parque del Retiro), es el hogar de la diplomacia americana. Bajo sus techos han dormido Franklin Delano Roosevelt (1936), Dwight Eisenhower (1960) y George H. W. Bush (1994). Barack Obama, que llegó anoche a Buenos Aires para una visita de dos días, será el cuarto mandatario en hospedarse en los apartamentos privados que ocuparon los Bosch hasta hace 90 años.

Michelle Obama con sus hijas y su madre en su visita a Cuba
Michelle Obama con sus hijas y su madre en su visita a Cuba - REUTERS

Sin embargo, Obama no tendrá mucho tiempo para disfrutar del palacio, ya que le espera una agenda apretada para restablecer las relaciones bilaterales con Argentina tras doce años de kirchnerismo. Quienes sí conocerán a fondo la mansión son Michelle Obama y sus hijas, Malia y Sasha, que contarán con una visita guiada por el salón de baile, la biblioteca y el comedor estilo Regencia para más de 30 comensales. Si el clima lo permite, incluso podrán pasear por los jardines, obra del genio del paisajismo Achille Duchêne.

Quizá alguien les explique que los porteños contemplamos el palacio Bosch como un monumento a la Edad de la Inocencia, a cuando la oligarquía criolla bailaba al borde del abismo.

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