Monica Bellucci, vecina de Christian Louboutin en Lisboa

Monica Bellucci cae rendida a los encantos de Lisboa, de modo que no ha podido resistirse a comprar un amplio apartamento en el histórico barrio de la Alfama, centro neurálgico de las casas de fado y de la esencia de la capital portuguesa.

La actriz italiana de 52 años va a ser vecina de Christian Louboutin, cuyos zapatos exclusivos constituyen una de sus preferencias estéticas. Ambos han adquirido su casa en el mismo edificio, situado muy cerca del Castillo de San Jorge y rodeado de cafés con encanto como el Pit, donde no resulta extraño ver al diseñador francés tomando una infusión mientras contempla los cuadros abstractos que cuelgan de las paredes.

De momento, Bellucci sigue considerando París como su principal residencia, pero ha inscrito a sus dos hijas (fruto de su relación con el actor y director francés Vincent Cassel

) en un colegio internacional de alto nivel ubicado en Lisboa con vistas al próximo curso. Por tanto, su presencia en la capital portuguesa está llamada a prolongarse y asentarse.

«Me siento muy bien en Lisboa, pues adoro la ciudad y la gente es muy acogedora. Además, me encanta la gastronomía portuguesa», dice la espectacular mujer, devota de la luz que se filtra al atardecer en las siete colinas que rodean el casco urbano.

Su brillo se ha distinguido en todo su esplendor estos días en el Lisbon & Estoril Film Festival, donde se ha realizado el preestreno de «On the milky road», que ella protagoniza bajo las órdenes del director serbio Emir Kusturica. Era el segundo pase de la película en Europa después de su presentación en la Mostra de Venecia.

También conversó con el público después de la proyección de «Malena», de Giuseppe Tornatore, quien construyó el largometraje hace 16 años a mayor gloria de la considerada como sucesora de Sofia Loren desde el punto de vista de mito erótico a la italiana.

«Cuando vine a Lisboa por primera vez hace 14 años, sentí algo que no puedo explicar», dijo en el festival antes de reconocer: «Portugal es un país encantador. Veo una cierta timidez, que es una de las cosas que más me atrae, tal vez porque yo misma soy tímida». Y añadió: «Cuando se me acercan los portugueses en un restaurante o en un café, no me suelen pedir hacerse una fotografía conmigo, algo que me sorprende. Se limitan a decir que se sienten felices de tenerme aquí entre ellos».

«Fue todo un desafío trabajar con Kusturica. Muy interesante y, al mismo tiempo, arriesgado. Pero nunca hubo un choque entre nosotros, y eso que fueron cuatro años de trabajo. Parece un hombre rudo, pero luego es un director con una gran sensibilidad, un verdadero poeta de la imagen», confesó Bellucci en su nueva ciudad de adopción.