Los Macron se han erigido en los últimos tiempos como el nuevo exponente de la «izquierda caviar»
Los Macron se han erigido en los últimos tiempos como el nuevo exponente de la «izquierda caviar» - GTRES

Emmanuel y Brigitte Macron, un amor a prueba de escándalos

Él fue el alumno aventajado y ella la profesora embelesada. Juntos podrían conquistar el Elíseo

Corresponsal en París Actualizado: Guardar
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Ella tiene 57 años y él, 39. El suyo es un amor a prueba de prejuicios sociales, vaivenes políticos y, por supuesto, de las profundas diferencias generacionales que media entre ambos. Brigitte Trogneux y Emmanuel Macron, candidato favorito a la presidencia de la República francesa, se conocieron en Amiens cuando ella ejercía como profesora de Latín y de Lengua Francesa y él era el más brillante de sus alumnos (tenía, por aquel entonces, 16 años) en un centro privado y bajo la tutela de la Compañía de Jesús.

Por aquella época, la entonces profesora del Instituto La Providence estaba casada, en primeras nupcias, y era madre de tres hijos poco mayores que Emmanuel Macron. Quiere la leyenda que el propio Macron, que con el tiempo sería consejero y ministro de Economía de François Hollande (entre agosto de 2014 y noviembre de 2016) sedujera a su preceptora con su inteligencia y unos poemas de «corte clásico» que ella leía, en voz alta, al resto de los alumnos de la clase poniéndolos como ejemplo de maestría en el uso de la lengua.

Relaciones prohibidas

De aquellas lecturas a viva voz en una clase de bachilleres al lecho de la profesora tan solo hubo un discreto trecho de varios meses. La pareja inició así unas dilatadas y secretas relaciones antes de contraer matrimonio, en 2007. También pasaron por dos años de peligrosa tensión: la Ley francesa del 23 de diciembre de 1980 estipula que el maestro o profesor que tenga relaciones sexuales con un alumno menor de 18 años puede ser juzgado y condenado con penas de hasta tres años de cárcel. El caso de una profesora casada, madre de tres hijos y enamorada de un alumno menor de edad en un instituto católico, y en una capital de provincias, estuvo durante un tiempo rozando el escándalo público, que ambos evitaron con mucha prudencia. Hasta que, finalmente, Emmanuel Macron se instaló en París para seguir sus estudios y Brigitte inició la larga marcha de una demanda de divorcio, siguiendo posteriormente a su joven amante a la capital del país como profesora de otro instituto privado y católico de larga reputación conservadora: el Liceo Saint-Louis-de-Gonzague, fundado por la Compañía de Jesús en 1894.

La pareja «Manu» -como lo llama ella- y «Bibi» -como la llama él- vivieron años felices mientras ella continuaba sus clases y con el desmantelamiento de su primer matrimonio. Él llegó a coquetear intelectualmente como discípulo del más importante de los filósofos católicos franceses del último medio siglo, Paul Ricoeur.

La historia siguió su curso. El joven Macron comenzó a trabajar como banquero de negocios en Rothschild et Cie., donde ganó los primeros 4 millones de euros de un dilatado patrimonio que le permitió contraer matrimonio mucho antes de ser tentado de la política.

Pasarían ocho años antes que la pareja Macron hiciera su brillante irrupción en la prensa del corazón, en 2015, con motivo de su llegada al Palacio del Elíseo, a pie, para asistir a la cena de gala ofrecida por Hollande a los Reyes de España. Su amor, entonces, tuvo una prolongación social y política muy mediática. El exitoso banquero de negocios se transformó en consejero y ministro de Economía, antes de romper amistosamente con François Hollande y anunciar su candidatura a la presidencia de la República, a paso de carga, hasta convertirse en el favorito de los sondeos de opinión, acompañado, siempre, de la antigua profesora reconvertida en señora muy «izquierda caviar».

Nueva vida

Brigitte Macron cuenta de este modo esa reconversión: «En su día, me pareció muy natural pedir una excedencia en mi puesto como profesora para estar a su lado en todo momento. Al principio, parecía divertido el interés de la prensa rosa hacia nosotros. Nos hacía reír. Luego comenzó una nueva vida social. Grandes modistos franceses me ofrecieron sus creaciones… y me pareció normal servir de 'modelo' de la moda francesa».

En ese terreno, los gustos estéticos de Brigitte oscilan del conservadurismo clásico (pañuelos de seda de Chanel) al estilo «izquierda caviar» (stilettos y chaquetas de cuero negro). Nada de «radical chic» neoyorquino, con sus ínfulas de «proleta de lujo».

Ante la eventualidad nada improbable de convertirse en primera dama de Francia, Brigitte no oculta su simpatía por un modelo clásico y conservador: « Carla Bruni hizo muy bien su trabajo. Con mucha clase. Fue criticada injustamente, a mi modo de ver. No fue fácil para ella pero, para mí, es un ejemplo».

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