Isabel Pantoja ingresó en prisión en noviembre
Isabel Pantoja ingresó en prisión en noviembre - jesús spínola

Los Pantoja buscan efectivo para el segundo plazo de la multa

En febrero la tonadillera deberá desembolsar 200.000 euros que de momento no tiene

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El pasado miércoles, la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Málaga anunció su decisión de reducir la fianza interpuesta a Isabel Pantoja de 3,68 millones por el delito de blanqueo de capital a un millón de euros. Es lo que habían solicitado los abogados de la cantante para que se igualara con el resto de la multa que aún le queda por abonar. Cuando en octubre de 2010 se le impuso esa fianza, al no poder depositarla en efectivo se presentaron las propiedades de La Moraleja y la finca «Cantora» como avales. La diferencia es que ahora esa garantía es de un millón de euros, de tal forma que se empiezan a liberar las cargas que pesan sobre las casas que la tonadillera ha puesto a la venta, especialmente la de Madrid.

Pero la operación no puede cerrarse porque, además de dicho embargo, existe un bloqueo por parte de Hacienda, que le reclama cerca de dos millones de euros.

La reducción de la fianza alivia algo la situación de Isabel Pantoja. Sin embargo, otras preocupaciones emergen en su horizonte más inmediato: ¿cómo podrá desembolsar el nuevo plazo de 200.000 euros, que, según lo pactado con la Justicia, debe hacerse el próximo mes de febrero?

Ante al imposibilidad de hacer frente al 1.147.000 euros de multa, tras sentenciarse su culpabilidad, Pantoja había entregado antes de entrar en prisión 147.000 euros en dos pagos, con el compromiso de cumplir la cantidad total en cinco plazos trimestrales. El primero se cumple en febrero y aunque aún hay tiempo hasta que llegue esa fecha, nadie se explica cómo podrá resolverlo si no genera beneficios. A esa cuantía hay que sumar las abultadas hipotecas mensuales de las casas de «La Pera» y La Moraleja.

Sin duda el paso del tiempo es un factor agridulce para Isabel. Por una parte, que pasen los días ayuda para que cumpla su condena y pueda recuperar la libertad. Por la otra, cada día que pasa es una agonía al saber que hay que hacer frente a los gastos cuando no está trabajando y no genera ingresos. Sin los conciertos que tenía programados, sin poder dar una exclusiva millonaria desde la cárcel, sin liberar las cargas de las propiedades para poder venderlas y obtener liquidez, la angustia no hace más que aumentar. Salvo que su familia o abogados tengan un plan B, el escenario nos es alentador. Si no se cumple con el pago de las hipotecas, las propiedades podrían ser embargadas y subastada. Una situación dramática que tratan de evitaran a toda costa, lo que explica todos los movimientos que se siguen haciendo para vender la Moraleja y coger algo de efectivo con el que empezar a tapar agujeros.

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