Isabel Preysler estuvo correcta en el entierro de su marido
Isabel Preysler estuvo correcta en el entierro de su marido - gtres

Isabel Preysler, ejemplar en la etiqueta del luto

Ha dado ejemplo con su manera de vestir en el velatorio y entierro de su tercer marido

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En ciertos momentos de la vida -y de la muerte- se impone con rigor la austeridad. Según la Real Academia, el luto es el «signo exterior de pena y duelo en ropas, adornos y otros objetos, por la muerte de una persona».

El hábito, que debe ser signo de un sentimiento interior más profundo, es la mejor forma de solidarizarse en el duelo. Tras siglos de cambios entre el luto en blanco o en negro, una pragmática real de los Reyes Católicos imponía finalmente en España el negro como el color de obligado cumplimiento.

En los funerales de Estado - tan promocionados estos días por Pedro Sánchez «el hermoso»-, y en la despedida de personas muy cercanas, se impone el negro o el gris oscuro.

Los señores siempre aciertan con un traje negro, camisa blanca, corbata y zapatos negros. Al asistir al funeral de una persona menos allegada, o si se viene directamente de otro lugar, es aceptable un traje oscuro, ya sea gris o azul marino, y corbata oscura.

Las señoras tienen más alternativas para llevar el luto y por tanto más ocasiones de meter la pata. Podemos ir de negro, blanco y negro, gris o azul marino muy oscuro. Lo más apropiado sigue siendo el color negro, pero no se puede llevar de cualquier modo. En las últimas semanas, con la ocasión de la despedida de personalidades de gran calado en España, hemos presenciado un rosario de alternativas.

Con la excusa de que estábamos aún en verano-otoñal, más de una política, de una hija o de una hija política, ha aparecido de entierro o funeral con vestido de tirantes o falda muy corta, ambos detalles inapropiados para la ocasión y ya de paso, para ciertos físicos y edades. La clave en estas ocasiones es: pasar desapercibido.

En el funeral por el 50 aniversario de la muerte del Rey Pablo de Grecia, las señoras presentes hicieron gala de una gran corrección al vestir, conservando cada una -eso sí- su propio estilo. La Reina Sofía escogió la opción más elegante, un traje sastre de falda en negro, mientras que la entonces Princesa Letizia llevaba una gabardina en el mismo tono. Sólo alguna adolescente con minifalda, botines y cazadora de nylon estaba fuera de lugar, aunque se encargase su madre de decirle que se tapara con el bolso. Los abrigos largos y tres cuartos son una opción discreta para el invierno. Pero quizás, actualmente, lo más habitual sea llevar un sencillo traje negro de chaqueta y pantalón, que en el caso de Ana Botín se convirtió en traje de Gucci de raya diplomática hace unas semanas.

Isabel Preysler, con traje de chaqueta y pantalón en el velatorio de su tercer marido, eligió para el entierro un estricto y elegante vestido de manga larga. Preysler acierta siempre porque tiene estilo, buen físico, prudencia y se lo «curra» a fondo. Se impone llevar los accesorios justos: unas gafas de sol oscuras si no hay más remedio, bolso y zapatos negros. Cualquier exageración, por exceso o por defecto, son ganas de llamar la atención en la ocasión menos propicia.

Ver los comentarios