Acto de toma accionarial del astillero Hijos de J. Barreras, celebrado en diciembre de 2013
Acto de toma accionarial del astillero Hijos de J. Barreras, celebrado en diciembre de 2013 - EFE

¿En qué quedaron las promesas de Pemex?

Los problemas en el sector de los hidrocarburos, derivados de la bajada del precio del crudo, han provocado que Pemex haya dado un paso atrás en varios de los proyectos que mantenía pendientes en Galicia. De la veintena de barcos que se llegaron a anunciar solo se adjudicaron los dos floteles ya terminados en Navantia y Barreras, astillero del que la petrolera se mantendrá como accionista mayoritaria

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La alianza de Pemex con Galicia acumula un rosario de promesas incumplidas y no solo por la veintena de barcos que se llegaron a anunciar y de los que solo se adjudicaron dos, los floteles al astillero vigués de Barreras, con la proa apuntando ya a México, y Navantia, con su entrega prevista a principios del próximo año. Promesas que llegaban en una época dorada para la paraestatal azteca, entre 2012 y 2014. Fue precisamente hace cuatro años cuando Alberto Núñez Feijóo encontraba en la petrolera mexicana la salida a una crisis que el naval arrastraba desde antes de que accediera a la presidencia de la Xunta en 2009, la peor etapa que recuerdan los astilleros.

El aterrizaje de Pemex

en septiembre de 2012 prometía un cambio de rumbo en el malogrado sector y calmaba los ánimos entre los constructores gallegos que recibían, primero desde Holanda y posteriormente desde Bruselas, el golpe de gracia. La cartera de pedidos cayó en picado al abrir la Comisión Europea, con el socialista Almunia como responsable de Competencia, una investigación al sistema de bonificación fiscal español, el antiguo «tax lease» del que con el tiempo se demostró su legalidad.

Galicia construiría a encargo de la multinacional mexicana dos floteles y siete de los catorce remolcadores programados por Pemex. Además, el puerto exterior de La Coruña no tardaría en convertirse en base de sus operaciones. En Punta Langosteira proyectaba la instalación de una plataforma logística. Un año después, en diciembre de 2013, tras meses de negociaciones finalmente se formalizaba la entrada de la azteca en el accionariado de Barreras con una participación mayoritaria del 51 por ciento. Esta operación supuso para la compañía mexicana el desembolso de 5 millones de euros.

Durante el acto, el entonces número dos en el escalafón directivo de la petrolera, Carlos Roa, enumeraba varios contratos cerrados con el astillero: un atunero de 20 millones de euros, tres buques tanque, un offshore, y más tarde, en enero, la renovación de parte de su flota menor que finalmente recayó en otros constructores.

Ingresos reducidos a la mitad

Hoy la situación dista mucho de aquella en la que los directivos de Pemex prometían contratos a manos llenas para la Comunidad, ni siquiera los responsables de estos anuncios continúan en la empresa. Emilio Lozoya cesaba como director general en febrero de este año, en el peor momento económico de la paraestatal, y su hombre de confianza, Carlos Roa, coordinador general de asesores, lo hacía apenas tres meses después.

Con el paso del tiempo, la falta de noticias sobre los proyectos comprometidos hizo sospechar al sector que la petrolera podría dar un paso atrás, extremo que se confirmaba la pasada semana con la visita del actual director general a Galicia. José Antonio González Anaya comunicó la anulación del segundo flotel, anunciado hace poco más de un año, y su proyecto de construir una terminal de graneles líquidos en La Coruña, una infraestructura en la que iba a invertir 58 millones.

Los motivos no son otros que la crisis que atraviesa el sector del petróleo desde 2014. Con el precio del barril en caída libre, Pemex ingresa hoy la mitad de los años de vacas gordas. Además, cerraba 2015 duplicando sus pérdidas, que se dispararon hasta los 30.000 millones de euros. El plan de negocios presentado recientemente por la petrolera no contempla al menos hasta 2020 su recuperación financiera.

Abortados los planes de nuevas construcciones, que el propio Feijóo justificó por la difícil situación que atraviesan las petroleras, y ante la duda de si Pemex colgará el cartel de «se vende» en el astillero, desde la azteca aseguran que su intención es «permanecer en el accionariado y lograr incrementar la cartera de pedidos, al margen de sus encargos». En la misma línea se ha manifestado el presidente gallego al asegurar que «si Barreras solo hiciera barcos para Pemex no tendría futuro», dejando caer que pronto habría noticias.

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