Muros mentales

El populismo nacionalista defiende las mismas necedades en todo el mundo. Ya sea Ana Miranda o Lidia Senra aquí en Galicia o Marine Le Pen o Donald Trump en Francia y Estados Unidos. Todos exhiben los mismos muros mentales y cada vez que se presenta una oportunidad de avanzar hacia el libre comercio muestran la patita defendiendo una trasnochada política proteccionista. Lo han demostrado esta semana la portavoz del BNG y la eurodiputada de AGE al oponerse a la aprobación en Estrasburgo del acuerdo entre la Unión Europea y Canadá. Con discursos en los que subyacen los mismos prejuicios y sinsentidos que llevan a Trump a paralizar el TTIP o a nutren las diatribas de Le Pen contra el club comunitario.

Siendo igual de memo, resulta aún más grotesco que sea el nacionalismo gallego quien se enrede en ese tipo de batallas estériles contra el tiempo justo en un momento de la historia de la comunidad en que se está sustentando la recuperación y el crecimiento económico precisamente en la pujanza de las exportaciones. Porque el CETA incide precisamente en esa senda. Les da acceso directo a las empresas gallegas a un nuevo mercado de 35 millones de consumidores con un salario medio de 3.000 euros al mes y abre, ya pues, la puerta a un goloso trozo del pastel que los economistas ya cifraron en un impacto global próximo a los 12.000 millones de euros al año en el PIB europeo. Renunciar a ello por puro dogmatismo cerril es propio de majaderos inconscientes. Y más cuando el acuerdo entre la Unión Europea y Canadá solo es un tímido paso en la buena dirección porque, siendo cierto que elimina barreras y suprime aranceles, todavía pervivirán demasiadas limitaciones a la libre circulación de bienes y servicios entre ambos espacios económicos, con cuotas y medidas proteccionistas para casi 150 productos con denominación de origen.

Por mucho que los nacionalistas gallegos y sus homólogos americanos o franceses se empeñen en inocular infundados temores en la sociedad, la ciencia económica ha demostrado hace mucho tiempo que son las economías abiertas las que generan mayor nivel de riqueza y prosperidad. La historia demuestra que la libertad de comercio genera progreso. Los muros, mentales y físicos, que defienden los populistas solo conducen a la involución y el empobrecimiento.