Sánchez e Iglesias ensayan su alianza con su primer gobierno conjunto

Podemos usa el acuerdo en Castilla-La Mancha para pedir otra moción de censura

Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, durante su reunión en el Congreso el pasado mes de julio ÁNGEL DE ANTONIO
Víctor Ruiz de Almirón

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El PSOE y Podemos ensayan desde ayer su primera experiencia de gobierno conjunto. Lo hacen en Castilla-La Mancha en virtud al acuerdo presupuestario entre el presidente autonómico, Emiliano García Page y la federación de Podemos que lidera José García Molina , desde ayer vicepresidente segundo de la región castellanomanchega.

Con la victoria de Pedro Sánchez en las primarias socialistas el PSOE necesitaba un primer escenario en el que ejemplificar su alternativa al PP liderando un Ejecutivo del que Podemos forme parte. Y, a la vez, Pablo Iglesias se veía obligado a cambiar su estrategia de confrontación con los socialistas por un nuevo marco de relaciones con los socialistas.

En primavera el pacto PSOE-Podemos en Castilla-La Mancha se encontraba al borde de la ruptura. Un trimestre después ambas formaciones inauguran una nueva etapa que fue promovida desde Madrid. Un ejemplo más de cómo la política puede hacer extraños compañeros de cama . Socialistas y populistas empezarán a gobernar conjuntamente en la comunidad de un barón susanista y en la que Podemos lo dirige uno de los discipulos más disciplinados del pablismo.

Imagen de la reunión de Sánchez e Iglesias en el mes de junio JAIME GARCÍA

Hacia la moción de censura

La entrada de Podemos en el Ejecutivo castellano-manchego es consecuencia del acuerdo adoptado para aprobar el Presupuesto de la Junta de Comunidades de 2017, bloqueado desde el mes de abril cuando, por sorpresa y sin anuncio previo, los dos diputados de Podemos votaron en contra del mismo, ante la estupefacción del Gobierno regional.

«Algo de lo que ha ocurrido aquí hoy sí puede ser extrapolable al ámbito nacional»

Pablo Echenique

Con un anticipo electoral a la vista que no beneficiaba a ninguna de las dos fuerzas, los líderes nacionales se implicaron personalmente a comienzos de verano para facilitar este acuerdo. A Sánchez no le incomoda dar cabida a Podemos en un gobierno socialista en tanto que demuestra que su voluntad es reeditar esa suma en Madrid, lanzando el mensaje de que si no se produce es por una cuestión aritmética . Mientras, Iglesias ha decidido dar este paso, que supone una rectificación en sus convicciones iniciales, en tanto que supone un elemento más en su estrategia de presión al PSOE. Iglesias felicitó ayer a sus nuevos representantes institucionales: «Tenéis el reto de demostrar que gobernando podemos mejorar la vida de la gente».

Ayer, durante el acto de toma de posesión de García Molina como nuevo vicepresidente segundo de la región y de Inmaculada Herranz como consejera para el Plan Integral de Garantías Ciudadanas , el presidente castellanomanchego se esforzaba en limitar el acuerdo a su ámbito regional al advertir de que su Gobierno con Podemos no tiene por qué ser «extrapolable a otras comunidades autónomas ni al conjunto del país». Una afirmación con la que el secretario de Irganización de Podemos, Pablo Echenique, dijo estar «parcialmente de acuerdo». El número dos de Podemos fue el representante de la dirección nacional en el acto celebrado en el el palacio de Fuensalida (Toledo). Pero no desaprovechó la ocasión para presentar el caso castellanomanchego como un teatro de operaciones.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias tuvieron que implicarse personalmente para lograr el pacto

Señaló Echenique que espera que la entrada en el gobierno de García Page «marque el rumbo de lo que pueda pasar en el ámbito estatal», porque «espero que algo de lo que ha ocurrido aquí hoy sí puede ser extrapolable al ámbito nacional» . Y el dirigente de Podemos dejó claro que no hay que esperar a las próximas elecciones, como parece plantear el PSOE, sino que ese entendimiento debe cristalizar en la presentación «lo antes posible de una moción de censura constructiva que fructifique en el Congreso de los Diputados contra el Gobierno de Mariano Rajoy sin esperar al 2020».

La reunión entre Podemos y PSOE el pasado mes de julio ÁNGEL DE ANTONIO

Podemos acepta su rol

Desde que Pedro Sánchez ganó las primarias socialistas Pablo Iglesias se ha visto obligado a modificar su discurso. Enterró su dialética contra la triple alianza (PP-PSOE-Ciudadanos), que edificó tras la abstención socialista a Mariano Rajoy, para inaugurar una política de mano tendida.

Desde entonces ambos partidos han inaugurado en el Congreso de los Diputados un espacio de «interlocución preferente» para tratar de configurar una agenda parlamentaria común. Todavía, eso sí, sin resultados concretos. Pero Iglesias asume con esta estrategia un cambio de rol: de intentar erigirse en única alternativa a lo que denominaba como un «búnker inmovilista», a replegarse a una posición en la que acepta que debe construir una alianza con el PSOE para hacer frente al PP y que debe estar liderada por los socialistas. Esa aceptación ha provocado tensiones en Podemos. La corriente Anticapitalistas se ha distanciado de Iglesias por entender que supone una «subordinación» a los socialistas.

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