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El ministro de Hacienda, ayer en el Congreso - Ángel de Antonio

Montoro confía en que los Presupuestos permitan a las familias superar la «pesadilla» de la crisis

El ministro critica que «salimos de la borrachera del gasto y algunos quieren irse de copas para celebrarlo»

Madrid Actualizado: Guardar
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Sabiendo que sus Presupuestos cuentan con la mínima mayoría necesaria, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, intentó desactivar ayer una y otra vez el argumento fundamental en que se basan las siete enmiendas de totalidad presentadas por los grupos de la izquierda: los recortes que incluyen los nuevos Presupuestos. Centró así su intervención en el debate de totalidad que arrancó por la mañana en el Congreso en el incremento del gasto social que recogen las nuevas cuentas, que acabó denominando «las del empleo y el gasto social». «El objetivo son las personas y sus necesidades», subrayó antes de reconocer que si bien el crecimiento económico sigue sin llegar a todos los hogares españoles, las nuevas cuentas permitan a las familias superar la «pesadilla» de la crisis.

Su discurso estuvo apoyado constantemente en datos. Puso sobre la mesa que el Gobierno destinará 57.000 millones más a gasto social que en 2007, el año anterior a la crisis, para afirmar que el gasto social que contienen las nuevas cuentas «es el más alto de la historia de España». Pero también recordó que desde el anterior debate para la aprobación de Presupuestos, en 2015, los afiliados han aumentado en 870.000 y que de ellos el 58% son mujeres. Un indicio, según el ministro, de la reducción de la brecha de género en términos laborales. También ha señalado Montoro el crecimiento del 2% que experimenta la economía española para defender que las políticas aplicadas por el PP como las mejores posibles. Todo ello para recordar que el Gobierno prevé la creación de 500.000 empleos más a final de año.

En clave política, Montoro señaló que uno de los motivos que han llevado el Gobierno a elaborar unos nuevos Presupuestos tiene que ver «con el prestigio del país y con una imagen de estabilidad al comienzo de una legislatura que ha sido difícil alumbrar y que debe sacudirse cualquier sospecha de incertidumbre política».

Siguiendo este hilo, el ministro de Hacienda se refirió a la escueta mayoría que sustenta al Gobierno en el Congreso y la necesidad de alcanzar acuerdos parlamentarios para aprobar éste y cualquier otro proyecto. Pero quiso advertir a todos los grupos que la responsabilidad del Ejecutivo en política presupuestaria consiste «en mantener el rumbo». «Nuestro deseo de llegar a acuerdos parlamentarios, de consensuar leyes y reformas y, en concreto, de sacar adelante los Presupuestos para 2017 no debe suponer dar bandazos en la política económica o en la política presupuestaria que nos hagan perder el norte», espetó. Un «norte» que, según consideró, se mantiene pese a los pactos establecidos con Ciudadanos y el PNV, y que contrapuso con las recetas del PSOE pero fundamentalmente de Podemos. «Algunos pretenden una borrachera de gasto público. Hemos salido de la crisis que venía de la borrachera del gasto público y ya quieren ir de copas para celebrarlo», espetó desde la tribuna de oradores, provocando un arranque de aplausos y carcajadas en la bancada popular, y protestas entre los diputados socialistas y podemitas.

«Para eso tampoco sirve cambiar tanto la composición de la Cámara porque ese discurso ya lo habíamos escuchado», abundó como mensaje a la formación morada. En cambio, realizó una ardiente defensa de la reducción del endeudamiento. No sólo como condición necesaria para cumplir los compromisos adquiridos con Bruselas y sacar a España del procedimiento de déficit excesivo sino como receta económica para conseguir un mayor bienestar como país. «Cuanto más reduzcamos nuestro endeudamiento frente al resto del mundo más fortaleza, más intensidad y más proyección daremos a nuestro crecimiento económico y a nuestra creación de empleo», señaló. Desde la bancada de Podemos le dirigían miradas de escepticismo.

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