Elecciones - Catalanas

Ciudadanos liderará la oposición al independentismo y pide la dimisión de Mas

La formación de Rivera y Arrimadas supera el mejor resultado del PP en la región y no descarta formar un nuevo Gobierno

Rivera y Arrimadas se abrazan para celebrar su gran noche electoral - reuters

Ciudadanos será la segunda fuerza política en Cataluña en la próxima legislatura, e Inés Arrimadas liderará la oposición. Sin embargo la sensación reinante en el hotel Barceló Sants donde el partido vive la noche electoral es de profunda preocupación. [Sigue toda la actualidad de las elecciones catalanas]

Ciudadanos logró 25 diputados y el 17,92 % de los votos en los comicios y se convierte en la segunda fuerza política en el Parlamento de Cataluña.

La candidata del partido, Inés Arrimadas, aseguró que «con estos resultados Artur Mas debe dimitir e irse a su casa». La cabeza de lista celebró que «la mayoría de los catalanes hayan dado la espalda» al presidente de la Generalitat y le pidió «unas elecciones de verdad», con programas y sin estar impregnadas por el carácter plebiscitario.

El partido de Albert Rivera fue el gran triunfador de la noche electoral al lograr más de 710.000 votos y conseguir estar cerca de triplicar su representación respecto a 2012, cuando logró 9 escaños y 275.000 votos. La candidatura encabezada por Inés Arrimadas logró un resultado por encima de la media de sondeos de los últimos meses, y alejaba de un plumazo la sensación de que el partido había visto lastradas sus expectativas con la ausencia de Rivera en la papeleta.

Rompe el techo del PP

Así, a sus 34 años, esta jerezana se convertirá en la referencia de los constitucionalistas en Cataluña. Con estos resultados Ciudadanos pulveriza los mejores datos que había registrado el PP en unos comicios autonómicos en Cataluña, logrados en 2012 cuando Alicia Sánchez Camacho alcanzó 20 escaños y 417.197 votos. Algo que demuestra que ha logrado romper la barrera ideológica y reforzar su electorado con antiguos votantes del PP, el PSC y los sectores moderados de Convergencia.

Arrimadas y Rivera comparecieron al filo de las 23 horas entre gritos de «Cataluña es España» o «Sí, sí sí nos vamos a Madrid», en referencia al desembarco de Rivera en la capital para pelear las generales. Aunque el partidono quería vender los comicios catalanes como una primera etapa de cara a las eleciones generales, en privado los principales dirigentes del partido no podían disimular su euforia.

Con los últimos sondeos en España apuntando al estancamiento incluso al retroceso, en la formación interpretan los resultados obtenidos ayer como un enorme balón de oxígeno de cara a diciembre. El discurso de Rivera se dejó impregnar de la euforia y celebró que «la vieja política ha muerto en las urnas y empieza política para España», además de asegurar que «quien ha evitado que los españoles sigamos juntos. Es Ciudadanos quien ha evitado la ruptura de este país».

El líder del partido llamó a reconstruir a través de Ciudadanos «el proyecto común español». En esa estrategia, para Ciudadanos es también fundamental que el PSC haya superado a Catalunya Sí que es Pot, la candidatura de Podemos y que junto al PP fue la gran damnificada de la noche, porque, como reconocía uno de los hombres fuertes del partido «demuestra que si la nueva política no tiene ideas sensatas y viables enfrente el bipartidismo termina por resurgir».

El resultado es un éxito para José Manuel Villegas, Fran Hervías y Fernando de Páramo, los coordinadores de la campaña y que en los últimos días sostenían que «si había un efecto Albiol ha tocado techo».

Cuando la noche electoral comenzaba y los sondeos a pie de urna colocaban al partido con unos 20 escaños y a los independentistas con mayoría absoluta, la sensación era de profunda cautelay cierta desazón entre quienes se congregaron en el Hotel Barceloó Sants donde Ciudadanos estableció su cuartel general. Pero conforme el resultado del partido pasaba de bueno a «extraordinario», como lo definían sus dirigentes el ánimo empezó a cambiar hacia un indisimulado optimismo que rozaba el jolgorio colectivo cada vez que el escrutinio incrementaba su participación parlamentaria.

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