Merkel, durante una conferencia de prensa
Merkel, durante una conferencia de prensa - EFE

Merkel excluye la posibilidad de una quita de la deuda pública en Grecia

El presidente francés, François Hollande, intenta una labor de mediación entre el Gobierno heleno y la canciller

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El nuevo gobierno de izquierda griego ha pedido a los socios europeos «tiempo para respirar» al tiempo que se muestra convencido de que «encontraremos un acuerdo favorable tanto para Grecia como para el conjunto de Europa». En efecto, después de un primer periodo en el que todos los gestos del vencedor de las elecciones, Alexis Tsipras, anticipaban una confrontación inevitable, ayer se produjo una primera señal de apaciguamiento al volver a prometer que no tomará «ninguna decisión unilateral» en relación a la deuda. Tsipras llamó ayer al presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, al del Eurogrupo Jeroen Dijsselbloem y al del Parlamento Europeo, Martin Schulz, para tranquilizarles y prometer que negociará con los acreedores de Grecia.

Después de una cena el viernes por la noche en Estrasburgo entre la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés François Hollande, invitados por Martin Shulz, parece quedar claro que mientras Berlín mantendrá la presión política sobre Grecia, Paris quiere mostrarse como el conciliador, buscando una flexibilización de la política europea que beneficiará también a sus propias cuentas públicas.

Pero mientras tanto, la canciller Angela Merkel ha insistido después de esta cena que cualquier reducción del principal de la deuda griega está fuera de cualquier discusión y su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble ha declarado en una entrevista que publicaba ayer «Die Welt» que «si yo fuese un dirigente político griego no se me ocurriría lanzar debates sobre la reducción de la deuda».

Algunos miembros del Eurogrupo están convencidos de que la aparente beligerancia de Tsipras y de su ministro de economía, Yanis Dagasakis, es ahora más una pose dirigida a sus propios votantes que una posición firme e inmutable y que en la mesa de negociaciones muestran una mayor flexibilidad. El presidente del Parlamento volvió de Atenas diciendo en público que la actitud del nuevo gobierno le parecía «irresponsable» pero también ha confesado a sus colaboradores que cree que con «una tenaz labor de pedagogía» es posible evitar un encontronazo frontal.

Mientras tanto, sin «romper» con Angela Merkel, François Hollande aspira a servir de puente entre los miembros de la Eurozona que pudieran sentir la tentación de apoyar veladamente la resistencia del nuevo Gobierno griego, contra la troika y el Pacto fiscal europeo. El presidente francés recibirá la semana próxima al nuevo primer ministro griego, Alexis Tsipras.

Tras el fracaso del primer encuentro entre Yanis Varoufakis, ministro griego de asuntos económicos, y Jeroen Dijsselbloem, presidente del eurogrupo, el mismo viernes, el equipo económico francés recibió ayer a Varoufakis, oficiando de «intermediario» entre dos visiones enfrentadas del futuro de la crisis y la deuda griega.

Guntram Wolff, director de «Bruegel», un «think tank» europeísta, comenta los chalaneos diplomáticos en curso de este modo: «París y Berlín, Hollande y Merkel, comparten el mismo principio del respeto de los compromisos de Estado. Dicho eso, la Alemania de Merkel y la Francia y Hollande no comparten el mismo enfoque de salida de la crisis. Para Hollande, es imprescindible que Alemania sea más «flexible», haga más inversiones y vaya más lejos en el terreno de la coordinación de las políticas presupuestarias. Para Merkel es fundamental acelerar las reformas pendientes. Desde la óptica alemana, «los países que han reformado no deben ser penalizados por los países que no han hecho las reformas previstas».

Frente contra la disciplina

Hollande «sueña» desde la primavera de 2012, cuando todavía era candidato a la presidencia francesa, con la formación de un «frente» capaz de «resistir» a la disciplina presupuestaria defendida con mucho vigor por Merkel y sus numerosos aliados, hoy como ayer. Varios banqueros próximos a Hollande han propuesto en varias ocasiones la «complicidad» de París, Madrid y Roma contra el rigor estricto de Berlín y sus numerosos aliados. Pero ese «frente» de la Europa del sur contra la Europa del norte nunca ha terminado de funcionar formalmente. Sin duda, Francia, España e Italia coinciden en muchas ocasiones, en los consejos de la Eurozona, defendiendo una cierta «flexibilidad» en la aplicación de los compromisos del Pacto fiscal europeo. Con la llegada de Syriza al gobierno griego, Francia coquetea con la tentación de un «frente» socialdemócrata de nuevo cuño sin atreverse a sugerir una «alianza estratégica».

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